Enseñanza 21
© Maestra Elena Montaner
“... el amor no
tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”
1 Corintios 13:4
La
envidia es el sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no
tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee. Es el pecado consistente en la tristeza por el bien ajeno en cuanto
que rebaja nuestra gloria y excelencia. De la envidia proceden el odio, la
murmuración, la difamación, el gozo en las adversidades del prójimo y la
tristeza en su prosperidad.
A la envidia se opone la humildad, virtud que consiste en conocer las
propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal
conocimiento. El término proviene del vocablo latino humilitas.
Humildad
es sumisión, rendimiento. Si soy humilde me rindo a Dios, acato su Palabra,
creo a lo que Él me dice y obedezco. La palabra "humildad" viene de humus, humi, que significa
"tierra". La persona humilde es la que clava los ojos en el suelo,
demostrando docilidad y abnegación.
Lo
contrario de la humildad es el orgullo,
estar hinchados de amor propio y vanidad. Orgullo deriva de orgao, que significa estar hinchado. Los
orgullosos son unos inflatos, decía
Agustín de Hipona. "El orgullo es uno de los muchos harapos con que cubren
sus llagas la soberbia y el egoísmo" (Roque Barcia).
Ser
humilde es también tener una justa apreciación de sí mismo, no tener un mayor
concepto de lo que se es; es tener el sentir que tuvo Jesús.
“Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con
ustedes, ustedes también deben hacerlo.” (Juan
13:15)
“Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y
del temor de Jehová (Proverbios 22:4)
Dicho
lo anterior, podemos exponer algunos aspectos de la Humildad del Señor Jesús:
- Su encarnación:
Dice la Escritura en Juan 1:
1, 14: "En el principio de todas las cosas era la Palabra, y la
Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios…(verso 14)Aquella Palabra se hizo
hombre, y como hombre vivió entre nosotros con plenitud de gracia y de verdad.
Y fuimos testigos de su gloria, la gloria que pertenece al Hijo único de Dios
Padre."
La Humildad llevada a un nivel sublime por parte de Dios al hacerse hombre. Podemos
ver a ese niño siendo Dios y Rey de todo el Universo naciendo no en cuna de oro
sino en un establo, sin ninguna comodidad, en medio de corderos, vacas y asnos.
Solo Dios en su inmenso Amor por el ser humano podía hacer este milagro, Amor
en condición extrema de Humildad.
Y Pese a ser perfecto, pasaría la
primera etapa de su vida sujeto a padres humanos imperfectos ¡Qué humildad!
2. Obediente hasta morir:
Filipenses 2:6-8: “quien, siendo
por naturaleza Dios, no trató de aferrarse al hecho de ser igual a Dios, /sino
que se vació de sí mismo y se redujo a la condición de un esclavo haciéndose
igual a los hombres. /Y en su calidad humana se humilló todavía
más, pues se hizo obediente hasta la muerte, la ignominiosa muerte en la cruz.”
¿Quién de nosotros sería capaz de humillarse de esa manera? Se
requiere una Humildad a toda prueba, una Humildad real, verdadera, no fingida.
A veces decimos que debemos ser humildes y nos disponemos a hacerlo creyendo
que es real en nosotros ¿cómo puede convivir la Humildad con el Orgullo al
mismo tiempo, o con la soberbia?
Algunos piensan que los dones espirituales exaltan a la persona que
los posee y por eso buscan desarrollarlos, pero lo cierto es que el que recibe
dones espirituales tiene que humillarse más, crucificar más la carne y
entregarse más a Dios. Dios no da dones espirituales para promover nuestras
propias metas y aspiraciones, dice la palabra de Dios en 1 Pedro 5:6: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que
él os exalte cuando fuere tiempo.”
3.
Jesús aceptó la Misión.
Imaginemos que nos llaman para cumplir una Misión que implica
sacrificios diversos, dolores, sufrimiento, tristeza, etc. sin recibir nada a
cambio sino solo dolor y martirio ¿estaríamos dispuestos? Y sobre todo
¿dispuestos a obedecer las instrucciones y mandatos que implica tal misión?
Jesús lo hizo. Y como Dios y al mismo tiempo como Hijo unigénito de Dios aceptó
la misión. ¿Por qué? Porque era humilde. Sabía que iba a ser torturado hasta morir
en la cruz siendo inocente, pero lo que hizo fue asumir la culpa de todos nosotros y recibir el castigo de muerte. Dice
Jesús en Juan 6:38: “Porque he
descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió.”
De su palabra se desprende obviamente que para que obedezcamos la
santa voluntad de Dios tenemos que pedir se nos otorgue Humildad. Ser humilde
bajando la cabeza, inclinándonos frente
a Él y aceptando obedientemente su voluntad en nuestras vidas. Curiosamente
esto no nos hace sufrir, sino que podemos aprender a obedecer con gozo,
paciencia y mansedumbre.
4.
Todo
el reconocimiento era hacia su Padre.
Marcos
10:17,18.: “Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la
rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la
vida eterna? /Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno,
sino sólo uno, Dios.
Juan
7:15,16 “Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin
haber estudiado? /Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía,
sino de aquel que me envió.
Durante toda su vida como hombre Jesús demostró su total humildad. Él demostró esta virtud al dar siempre la
alabanza y gloria a su Padre. Aunque a veces lo elogiaban por la sabiduría de
sus palabras, el poder de sus milagros e incluso por la bondad de su carácter,
Jesús se negó en todo momento a aceptar esa gloria y la dirigió a su Padre.
5. Tuvo
un trato humilde con las personas:
Mateo
20:28 “…como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Jesús manifestó humildad en el trato con
otras personas. De hecho, dejó muy claro que no había venido a la
Tierra para que le sirvieran, sino para servir Su trato amoroso y
razonable demostraba lo humilde que era. Cuando sus discípulos le fallaron,
no los regañó, sino que siguió esforzándose por llegarles al corazón
El día que las multitudes le impidieron retirarse a descansar, no las
despidió, sino que sacrificó su descanso y les enseñó “muchas cosas” como dice
en Marcos 6:34 “Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos,
porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas
cosas.”
6.
El lavado de pies en el Aposento Alto.
Juan 13:3-5 “sabiendo
Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había
salido de Dios, y a Dios iba, /se levantó de la cena, y se quitó su manto,
y tomando una toalla, se la ciñó. /Luego puso agua en un lebrillo, y
comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con
que estaba ceñido.”
No es difícil imaginar la escena, la que ha
sido reproducida en películas o en pinturas, vemos a Jesús inclinarse o
arrodillarse frente a cada uno de sus discípulos para lavarles los pies.
También imaginemos que llegamos de visita a un lugar y que el dueño de casa se
inclina frente a nosotros y nos lava los pies...de seguro nos costaría mucho aceptar, y menos hacerlo nosotros a otros.
Jesús en esta acto no solamente les está
enseñando a sus discípulos sino también a nosotros. No es que literalmente les
lavemos los pies a las personas, sino es el acto de servicio al prójimo
renunciando a nuestras propias comodidades. Les dijo lo siguiente: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros. /Porque ejemplo os
he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. /De cierto, de
cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que
el que le envió.
(Juan 13:12-16)
- Un poco menor que los ángeles
Hebreos
2:9 dice que Jesús fue hecho un poco menor que los ángeles. Al momento de
la encarnación de Dios, se encontró en una posición de
sumisión/obediencia/sometimiento. Sabemos que los ángeles cuentan con más poder
y habilidades mentales que los seres humanos, de ahí que Dios, al hacerse
hombre, fue hecho un poco menor que ellos; esto es, no se encontraba ejerciendo
Su Señorío sobre toda la creación en unión con el Padre y el Espíritu Santo. O
sea, Dios, en la Persona de Jesús, estaba operando, caminando, hablando,
viviendo y actuando como un simple hombre sujeto a la Ley.
Son innumerables los actos de humildad de Jesús, que podemos verlos
en la Biblia. La entrada a Jerusalén en un asno siendo Rey, el trato humilde
para enseñar a sus discípulos, el trato humilde a todo tipo de personas, como
aceptar comer con prostitutas, pescadores y cobradores de impuestos, etc. Es la
perfecta Humildad, virtud que Dios quiere que tengamos.
Conclusiones:
1.
El mayor acto de humildad de
Jesús al cumplir su misión como hombre despojándose de casi toda su deidad.
Permitiendo ser torturado y colgado en una cruz hasta morir con dolor y
sufrimiento en el alma. Una prueba de la perfecta Humildad de Dios,
personificada en Jesús.
2.
La demostración constante de
humildad destinada a enseñarla a sus discípulos y también a nosotros, que somos
los privilegiados porque nos reemplazó en el castigo que deberíamos recibir
nosotros y en cambio fuimos perdonados y
lavados de todo pecado del pasado, presente y futuro, por su acto de amor en
muerte de cruz.
3.
La humildad presente de Jesús
que está siempre dispuesto a aceptarnos tal como somos. Dios ama a toda
criatura y no hace acepción de personas. Es una virtud propia de su Amor y
Misericordia eternos.
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