OASIS
TEMA 7
LA PAZ DE DIOS
IV PARTE.
LA PAZ ES NUESTRA HERENCIA.
Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: San Juan 14:27
Propósitos de la charla: a) Conocer, comprender y valorar la paz que Jesucristo nos ha legado como testamento espiritual; b) Comprender cómo Jesús nos dejó la paz; c) Comprender y apreciar la Persona de Jesucristo como el shalom de Dios; d) Distinguir entre la paz falsa y la verdadera; d) Adquirir una completa confianza en Dios y no creer al diablo; e) Comprender qué es la conciencia; f) Superar el miedo a la muerte y a la pérdida de la salvación.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (San Juan 14:27)
n varios sermones venimos abordando el tema de La Paz de Dios. Ya hemos comprendido que el significado de la paz, shalom en la Biblia, es el de bienestar integral, en cuerpo, alma y espíritu. Por eso los judíos se saludan diciendo “shalom alejem”, que la paz sea contigo. Dios mismo es nuestra paz, la que debemos compartir con el prójimo. Aprendimos que la paz es fruto de la justicia, como dice el profeta “17 Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. / 18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo” (Isaías 32:17,18). La paz tiene una doble dimensión: la paz social derivada de la justicia del Reino y la paz espiritual como resultado de la justicia de la cruz. Necesitamos convertirnos en “pregoneros de justicia” y ser cristianos pacificadores. El Señor nos ha llamado a ser agentes de paz y practicar las actitudes de un pacificador en la vida diaria “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efesios 6:15). Para los cristianos hay algo muy importante en la paz y es que nos ha sido legada por Jesucristo, es parte de la herencia que Él nos dejó en Su testamento. Cristo nos testó la paz.
¿Qué dice el Testamento de Jesucristo acerca de la paz?
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (San Juan 14:27)
- “La paz os dejo”
Jesús nos dejó un legado que ningún otro maestro ha podido dejar a sus discípulos; un testamento que ningún filósofo, por más interesante e inteligente que sea su doctrina, ha podido legar; una fortuna espiritual que supera a la de los más generosos millonarios, mejor que la de todos los benefactores sociales. Ni Nobel, Buda, Einstein, Confucio, Cervantes y otros hombres y mujeres que han descollado por su aporte a la Humanidad, han hecho una obra como la que hizo Jesús, el Hijo de Dios. Ninguno de ellos pudo decir “La paz os dejo”
La razón es muy simple. Estos personajes dejaron libros, inventos, doctrinas, descubrieron leyes naturales, pero murieron. En cambio Jesucristo murió para darnos una paz duradera en la conciencia. Y además resucitó para poder vivir dentro de cada creyente, en la forma de Espíritu Santo. ¿Qué ser humano muerto puede vivir aún dentro de nosotros como una Persona viva y real? Ninguno. Podrán vivir en nuestro recuerdo, sus pensamientos leerse y discutirse, pero ya no están vivos como lo está Jesús, que es Dios y como tal, eterno.
Jesús pudo decir “La paz os dejo” porque Él mismo era y es la paz, el shalom de Dios. Esa paz es la paz fruto de la justicia que tiene consecuencias personales y sociales.
- “mi paz os doy”
La paz que nos dejó Jesús es Su propia paz. Al decir “mi paz os doy” está significando que nos está regalando o entregando algo que es de Él, que le pertenece a Él y que quiere compartirlo con nosotros. Es evidente que la paz es de Dios, es parte de Su naturaleza. Por algo la Biblia lo llama Jehová Shalom "Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas." (Jueces 6:23-24)
- “yo no os la doy como el mundo la da”
La paz que Jesús entrega no es una paz falsa sino verdadera. Cuando Él dice que el mundo da la paz de un modo distinto quiere decir que esa paz que da el mundo es falsa. Ya Jehová en el Antiguo Testamento advertía sobre ello: “16 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. / 17 Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.” (Jeremías 23:16,17) Eran los falsos profetas que, para dar gusto a los poderosos, prometían paz. Era una paz falsa. Como la que ofrecían los fariseos del tiempo de Jesús. A ellos el Maestro les dice que en vez de preocuparse por el detallado cumplimiento de leyes externas, se ocupen en hacer la voluntad de Dios: “37 Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. / 38 El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. / 39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. / 40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? / 41 Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. / 42 Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.” (San Lucas 11:37-42) Lo que Dios desea es que obremos en justicia, así sembraremos paz: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” (San Mateo 23:23)
La paz es fruto de la justicia y así es como la da Jesús: a) Hizo justicia para con todos los que encontraba en Su camino; b) Hizo justicia para con la Humanidad al entregar Su vida en la cruz; c) Derramó Su Espíritu Santo en todo creyente, como fruto de Su resurrección.
- “No se turbe vuestro corazón”
No dudemos, no nos desorientemos, no perdamos la esperanza de gloria, no nos desanimemos por las pruebas, no se turbe nuestro corazón, sino que sigamos confiados delante de que nada puede separarnos del amor y la fidelidad de Dios. En verdad debe haber una completa confianza en Dios y no debemos creer a las mentiras que el diablo desliza en nuestros oídos para que perdamos la seguridad que tenemos en Cristo. Jesús mismo nos ha dicho que él siempre nos acompañará: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo 28:20)
Cuando hay paz en el alma es que hay seguridad. Nuestra seguridad se basa en la vida, muerte y resurrección de Jesús; no en nosotros mismos, que somos imperfectos, sino en Él que es Perfecto y nos ha legado la salvación eterna. Tampoco nuestra seguridad está en nuestras propias obras puesto que nunca alcanzan la perfección de Sus obras; sino que estamos seguros en las obras que Él hizo y hace. Es mucho más tranquilizador basar nuestra seguridad personal en el Dios Perfecto que en el hombre imperfecto.
El órgano específico que experimenta la paz es la conciencia. Cuando somos perdonados, la conciencia ya no nos acusa y hay paz en nosotros. Ésta es como un juececillo interior que juzga cada uno de nuestros actos. El apóstol lo expresa así: “14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Romanos 2:14,15)
- “ni tenga miedo”
Una cosa es la turbación o desorientación y otra el miedo. La primera nos hace andar inseguros, en cambio el miedo nos paraliza. Con miedo no somos capaces de avanzar, vivir, desarrollarnos. ¿En qué caso un cristiano puede sentir miedo? El mayor miedo es a perder la salvación o el dudar en poseerla. ¿Soy salvo realmente? También puede sentir miedo de que al llegar a la Presencia de Dios Éste le rechace. Sin embargo Jesús le dice “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Si es un cristiano inmaduro, que aún vive en la carne, tendrá miedo de la muerte, tanto propia como ajena, porque aún no comprende que la verdadera vida será en el cielo y que la mayor parte de la vida se vive después de esta vida. No nos agrada la muerte y llamamos “vida” a esta existencia en el cuerpo, porque sentimos miedo de aquello que nos es desconocido. Sin embargo, la misericordia de Dios nos da a conocer anticipadamente la realidad celestial por medio de la revelación en: a) la Palabra de Dios; b) los sueños espirituales; y c) las profecías carismáticas.
Si amamos a Dios le creeremos a Él y Sus promesas. Si todavía dudamos y tenemos miedo, significa que nuestro amor por Él no se ha desarrollado al punto de confiar plenamente en Su fidelidad: “17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. / 18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:17,18) El que tiene miedo sufre mucho, lo cual es como un castigo para él. No debemos temer que Dios nos rechazará si Él ya nos dio la salvación y está día a día santificándonos. Tengamos en cuenta que Su aceptación para con nosotros no se basa en nuestras obras sino en la fe en la muerte de Cristo en la cruz.
CONCLUSIÓN.
¡Qué maravilloso testamento nos ha dejado Jesucristo! Grandes riquezas espirituales, entre ellas ésta, la paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
- “La paz os dejo” Jesucristo murió para darnos una paz duradera en la conciencia y además resucitó para poder vivir dentro de cada creyente, en la forma de Espíritu Santo.
- “Mi paz os doy” Jesús nos dejó como legado testamentario Su propia Persona, que es el shalom de Dios.
- “Yo no os la doy como el mundo la da” La paz que Jesús entrega no es una paz falsa como la que da el mundo. Los falsos profetas, para dar gusto a los poderosos, prometían una paz falsa. Los fariseos del tiempo de Jesús en vez de ocuparse en hacer la voluntad de Dios se preocupaban por el cumplimiento de leyes externas. Dios desea que obremos en justicia, misericordia y fe. La paz es fruto de la justicia y así obró Jesús.
- “No se turbe vuestro corazón” Debe haber una completa confianza en Dios y no creer a las mentiras del diablo. Jesús siempre nos acompañará. Nuestra seguridad se basa en el Dios Perfecto y no en el hombre imperfecto. El órgano específico que experimenta la paz es la conciencia.
- “Ni tenga miedo.” Con miedo no somos capaces de avanzar. El mayor miedo es a perder la salvación. Si usted es inmaduro, aún vive en la carne y tiene miedo de la muerte. Mas la misericordia de Dios nos da a conocer anticipadamente la realidad celestial por medio de la revelación. La aceptación de Dios no se basa en nuestras obras sino en la fe en la muerte de Cristo en la cruz.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Está usted disfrutando de la paz dejada por Jesús?
2) ¿Siente que Jesucristo vive cada minuto dentro de usted?
3) ¿Por qué quiso Dios compartir Su paz con el ser humano?
4) ¿Qué tipos de paz falsa se pueden distinguir en la sociedad actual?
5) ¿Existen actualmente falsos profetas? ¿Y fariseos?
6) ¿Tiene usted dudas acerca de su salvación?
7) ¿Puede ser engañada la conciencia?
8) ¿Cuáles son sus miedos y cómo los está enfrentando?
9) Con miedo no somos capaces de avanzar.
10) ¿Por qué el Señor basó la salvación en la fe en la muerte de Cristo y no en nuestras obras?
11) ¿Qué relación existe entre justicia y paz?
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