EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 1
© Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica: “1 Lo
que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de
vida / 2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y
os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
/ 3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros
tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el
Padre, y con su Hijo Jesucristo. / 4 Estas cosas os escribimos, para que
vuestro gozo sea cumplido.” (1
Juan 1:1-4)
Idea central: La Persona de Jesús.
Objetivos:
a) Conocer los
peligros doctrinales que enfrentó la Iglesia del primer siglo; b) Comprender
que Jesucristo es el Verbo de Dios
encarnado en Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre; c) Comprender y valorar
como Jesucristo es la Vida que viene de Dios, “vida eterna” o zoé; d) Comprender
que Jesucristo es el Hijo de
Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, Dios mismo; y e) Comprender y aceptar
a Jesucristo como nuestro gozo
completo y suficiente para la salvación y vida.
Resumen: El más
joven de los Doce hubo de enfrentar al término del primer siglo de cristianismo
la infiltración de raras doctrinas gnósticas en la Iglesia. De los versos
iniciales de su epístola primera se desprende su concepción de Jesús como Verbo
de Dios, Vida divina, Hijo de Dios y completo gozo del cristiano.
E
|
s posible que esta primera carta del
apóstol San Juan fuera escrita en la ciudad de Éfeso a finales del siglo I,
alrededor de los años 90. Es una epístola dirigida a todos los cristianos de su
época, un escrito para circular por las iglesias y ser leído por los hermanos.
El trato que da a los discípulos es cariñoso y como el de un padre: “hijitos
míos”, “amados”. Su propósito al escribirles, como su obispo, es que crezcan en
gozo del Señor (1 Juan 1:4); que se
protejan del pecado (1 Juan 2:21);
advertirles de falsas doctrinas (1 Juan
2:26); fortalecerles en la fe y darles la seguridad de la salvación (1 Juan 5:13). Se puede decir que es una
carta pastoral dirigida a las iglesias del Asia Menor.
La Iglesia ya estaba siendo atacada
por falsos maestros y muchos hermanos alejándose de la doctrina que enseñaran
Jesús y los apóstoles. Entonces se requería volverlos a la sana doctrina, a los
principios básicos de la fe cristiana. El Apóstol les recuerda que Dios es
Vida, que Dios es Luz y que Dios es Amor. Tal Dios desea que Sus hijos sean
plenos de Vida sobrenatural, iluminen al mundo con sus actos y transmitan con
su testimonio el verdadero Amor. Es una carta que transmite, desde sus primeras
frases, la convicción de la realidad de Jesucristo, el Hijo de Dios, Salvador
del Mundo y Señor Resucitado. Alguien ha dicho que esta carta puede ser llamada
“carta de las certezas”.
En ese tiempo comenzaban a
infiltrarse entre los cristianos raras enseñanzas llamadas bajo el nombre
genérico de “gnosticismo”. Estas falsas doctrinas perturbaban la fe y comunión
de los discípulos. Textos apócrifos como “El Evangelio de Tomás”, “El Evangelio
de Felipe”, “El Evangelio de la Verdad”, “El Evangelio a los Egipcios”, “El
Apocalipsis de Pablo”, la “Carta de Pedro a Felipe” y “El Apocalipsis de Pedro”
transmitían ideas como que el conocimiento de sí mismo era conocimiento de
Dios; que el ser individual y lo Divino son lo mismo; que Jesús no vino a
salvarnos del pecado sino a sacarnos de un estado de ilusión e iluminarnos con
un conocimiento; que Jesús no es el Hijo de Dios sino un ser igual a todos; que
la serpiente del Edén no es malvada sino el principio de sabiduría que convence
a nuestros primeros padres de compartir el conocimiento o “gnosis”, mas Dios
les amenaza y expulsa cuando lo logran.
Antes estas aberraciones
doctrinales, San Juan reacciona:
·
Afirmando
la Divinidad de Jesucristo, “2 (porque la vida fue manifestada, y la
hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con
el Padre, y se nos manifestó); / 3 lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra
comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1:2,3)
·
Mostrando
nuestra filiación con el Padre, “Amados,
ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como él es.” (1 Juan 3:2)
·
Reprobando
la conducta de los “anticristos”, “18
Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo
viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el
último tiempo. / 19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si
hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para
que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan 2:18,19)
·
Revelando una vez más que Dios es Amor y por ese amor
nos salva de la condenación eterna, “8
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. / 9 En esto se
mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito
al mundo, para que vivamos por él. / 10 En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 4:8-10)
El ministerio de
Juan es un ministerio de “restauración”. Como en aquella época hoy, al final de
los tiempos, necesitamos urgentemente un ministerio que nos devuelva los
principios básicos de la fe. Restaurar significa poner algo en el estado en que
se encontraba antes. Desde el punto de vista bíblico, significa devolver al
estado inicial, pero no en forma estática sino dinámica, experimentando
crecimiento y desarrollándose para alcanzar un nivel superior al inicial. Un
ejemplo de restauración es Job, quien después de ser probado, recibió mucho más
de lo que perdió.
Desde los primeros versículos, esta
primera carta de San Juan, nos transmite la idea de un Dios revelado en forma
humana y se esfuerza por convencernos de esa experiencia y de los principios
que Jesús le transmitió a él y sus condiscípulos.
¿Quién es Jesús según San Juan?
1.
Jesucristo
es el Verbo.
“1 Lo que era desde el principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y
palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1)
Jesucristo
existe desde el principio de los tiempos, porque es Dios. Ya lo había declarado
San Juan en su Evangelio: “1 En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. / 2 Este
era en el principio con Dios. / 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin
él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (San Juan 1:1-3) El Génesis en su primer capítulo nos habla del
principio del planeta Tierra, mas el Evangelio de San Juan retrocede al
principio de la creación de todas las cosas. Y en esos inicios tiene un rol
activo el Cristo Eterno, el mismo que se encarnó en Jesús.
Los apóstoles conocieron
y convivieron con Jesús de Nazaret, el Cristo encarnado. Le oyeron, le vieron
le contemplaron y tocaron; tuvieron una experiencia real y sensible del Hijo de
Dios. Los falsos maestros pensaban que uno era Jesús y otro el Cristo, pues
despreciaban el mundo material y no concebían a Dios haciéndose hombre. Hoy en
día persisten muchos en ese pensamiento y separan a Jesucristo de Dios o le
quitan su calidad de Dios Creador. También están los que creen que hay otros
redentores, salvadores o enviados de Dios, aparte de Jesús. Sin embargo nuestra
fe es tajante: “5 Porque hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, / 6 el
cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su
debido tiempo.” (1 Timoteo 2:5,6)
Jesucristo es el
Verbo de Dios, la Palabra que genera vida, el Logos Divino que hizo todo lo que
existe. Tal cosa es inconcebible para los “gnósticos” que no creen en la
divinidad de Jesús. En el siglo primero los ebionitas, creyentes de origen
judío, pensaban que Jesús era un simple hombre, pero muy santo. La doctrina de
que en Jesucristo hay una doble naturaleza, verdadero Dios y verdadero Hombre, fue
ratificada recién en 451 DC, siglo V, en el Concilio de Calcedonia. Por
supuesto no es una doctrina fácil de comprender para la lógica humana. San
Juan, en su Evangelio, lo expresa así: “Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (San Juan 1:14)
La experiencia vivencial de San Juan con Jesucristo, le lleva a
declarar que Él es el Verbo de Dios.
2.
Jesucristo es
la Vida.
“2
(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os
anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó)” (1 Juan 1:2)
Cuando San Juan
habla de “la vida” no se refiere a la energía que potencia el desarrollo y
crecimiento de vegetales, animales y humanos; tampoco a las circunstancias que
cada persona sufre en este mundo, sino a una fuerza superior, sobrenatural,
Divina. No es la vida del cuerpo, bíos; tampoco la vida del alma, psique; sino
la vida sobrenatural, la vida del espíritu, la vida “zoé”. A esa misma vida se
refiere Jesús cuando dice: “El ladrón no
viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia.” (San
Juan 10:10)
Esa vida
sobrenatural, de los cielos, fue manifestada en esta Tierra. Insiste Juan en
que Dios se manifestó en carne, contra los preceptos espiritualistas que no
aceptan tal manifestación. Marción, Valentín y Basílides reducían la carne de
Cristo a una apariencia: “Parece que come, parece que camina, parece que está
cansado...” Pero Él es un hombre real que come, bebe, se cansa, etc. Jesús, el
Dios hecho humano, realmente estuvo en la Tierra. Jesús comía, dormía, se
cansaba, lloraba, en fin tenía todas las características de un ser humano
porque fue humano: “41 Y como todavía
ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí
algo de comer? / 42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de
miel. / 43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.” (San Lucas 24:41-43)
Los apóstoles
vieron esa “vida” celestial en Jesucristo. Testifican de ello y anuncian la “vida
eterna”, esa vida que pertenece y está en Dios. El Enemigo de Dios no quiere
que creamos en la manifestación concreta de Dios en Jesucristo; tampoco quiere
que creamos en la posibilidad de una vida eterna con el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Desea que nos amarguemos en la soledad de la existencia, que no
tengamos esperanza en la eternidad y que pensemos que la vida termina con la
muerte.
El apóstol Juan fue
testigo de la divinidad de Jesús en el llamado “monte de la transfiguración”: “1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a
Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; / 2 y se
transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus
vestidos se hicieron blancos como la luz. / 3 Y he aquí les aparecieron Moisés
y Elías, hablando con él. / 4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para
nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para
ti, otra para Moisés, y otra para Elías. / 5 Mientras él aún hablaba, una nube de
luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. / 6 Al oír esto los discípulos,
se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. / 7 Entonces Jesús se
acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. / 8 Y alzando ellos los
ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.” (San Mateo 17:1-8)
La manifestación
de Jesucristo en sus distintos milagros, señales, actitudes y enseñanzas, son
para San Juan una muestra de que en Él está la “vida eterna”, pues Jesús es la
Vida.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Qué
aspecto nuevo aporta San Juan
acerca de Jesús y el Evangelio?
2)
¿Quién es
Jesucristo para usted?
3)
¿Cómo es su relación con Jesús?
4)
¿Qué papel tuvo el Cristo en la creación de todas las
cosas?
5)
¿De qué modo se encarna Cristo en el cristiano?
6)
¿Qué dejó en Juan y los apóstoles la experiencia de
convivir con Jesús?
7)
¿Por qué los falsos maestros no concebían a Dios
haciéndose hombre?
8)
¿Conoce usted iglesias o sectas que separen a Jesús de
Dios o le quiten su calidad de Creador?
9)
¿Podemos pensar los cristianos que haya otros
redentores, aparte de Jesús?
10) ¿Qué
es el Verbo de Dios?
11) ¿Qué
determinó el Concilio de Calcedonia el año 451 DC, con respecto a Jesucristo?
12) ¿Qué
creían los judíos ebionitas, con respecto a Jesús?
13) ¿Podemos
basar nuestra fe sólo en la
experiencia vivencial de San Juan y los apóstoles?
14) ¿Qué significa que Jesucristo sea la
Vida?
15) ¿Es
tener la “vida eterna” vivir eternamente, o es algo más?
16) ¿De
qué manera se manifestó la Vida en esta Tierra?
17) ¿Qué
pensaban Marción, Valentín y Basílides acerca del cuerpo de Jesús?
18) ¿Cree
usted que Jesús vino en carne o en espíritu?
19) ¿Tenía
Jesús todas las características de un ser humano?
20) ¿De
qué forma los apóstoles vieron la vida celestial en Jesucristo?
21) ¿Cuál
fue, en su opinión, la mayor lección que recibieron Pedro, Santiago y Juan en
el monte Tabor?
22) ¿Cuál
es el mayor propósito del enemigo de Dios con respecto a los cristianos?
23) ¿Por
qué cree usted en Jesucristo como Señor y Salvador?
3.
Jesucristo
es
el Hijo.
“3
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con
su Hijo Jesucristo.” (1
Juan 1:3)
Juan y los
apóstoles vieron el testimonio de Jesús, Sus hechos maravillosos; y oyeron Sus
enseñanzas. Como testigos de Jesucristo, dieron a conocer Su Persona y anunciaron
Su Evangelio. La prédica de los apóstoles no era una invención de ellos, sino
la transmisión de un mensaje celestial dada por el Padre a Jesucristo: “15 Y se maravillaban los judíos, diciendo:
¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? / 16 Jesús les respondió y dijo:
Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.” (San Juan 7:15,16)
El propósito de
los apóstoles al transmitir a los cristianos la enseñanza inspirada por el
Espíritu Santo, es tener comunión con ellos. La comunión es la “común unión”,
unirse a ellos en lo que tienen en común: Jesucristo y Su mensaje. Al entrar en
comunión con los apóstoles, de inmediato se unen en comunión al Dios Trino: “...nuestra comunión verdaderamente es con
el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” (1
Juan 1:3); “La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos
vosotros. Amén.” (2 Corintios 13:14);
“Fiel es Dios, por el cual fuisteis
llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” (1 Corintios 1:9)
La Iglesia es el
Cuerpo de Cristo, hay una profunda comunión espiritual entre la Cabeza y el
Cuerpo; el Cuerpo no puede estar separado de la Cabeza espiritual. La Iglesia
ha heredado las enseñanzas de Jesucristo dadas a los apóstoles, es verdadera
columna que sostiene el Evangelio y un baluarte que defiende la Verdad de Dios:
“para que si tardo, sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad.” (1 Timoteo
3:15)
Al creer en
Jesús pasamos a formar parte del Cuerpo de Cristo, ingresamos en la Iglesia y
comenzamos a tener comunión con todos los cristianos, los apóstoles, Jesús, el
Espíritu y el Padre. Quienes tenemos comunión con Dios sabemos que Jesucristo
es el Hijo de Dios.
4.
Jesucristo
es
nuestro gozo.
“4
Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.” (1 Juan 1:4)
En este verso San Juan declara que
el propósito de su carta es que ellos tengan el gozo completo de Dios; que no
requieren de algo más, como lo sugerían los gnósticos. En tiempos apostólicos
ya existía una lucha contra un movimiento protognóstico
o gnóstico antiguo, el que negaba la resurrección de Jesucristo; afirmaba que
los cristianos podían tener cualquier conducta y no estarían cometiendo pecado;
además de negar que Jesús hubiese venido en carne. Los gnósticos pensaban que
sólo unos pocos podían alcanzar el “conocimiento” y negaban la bondad del mundo
material y la vida física, para ellos fuente de toda corrupción. Creían que la
mayoría de las personas eran carnales y muy pocas espirituales, capaces de ser
libres del sistema mundano maligno.
Estas extrañas doctrinas se
infiltraron en la Iglesia a fines del siglo I, cuando el apóstol Juan ejercía
su ministerio. Estas herejías provenían de la mezcla de filosofías griegas y
tradiciones religiosas orientales. Pretendían tener una gnosis o conocimiento
secreto de Dios.
El apóstol luchaba contra esos que
alardeaban de espiritualidad y conocimiento, mas vivían en la inmoralidad: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:4). Pretendían
vivir más allá del bien y el mal, a lo que el apóstol les respondía: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros.” (1 Juan 1:8). Para los
que se consideraban “iluminados”, les aclara: “El que dice
que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.” (1 Juan 2:9). Conocer a Dios no es tener una gnosis misteriosa sino
que: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque
Dios es amor.” (1 Juan 4:8)
Jesucristo es el
gozo del cristiano y ninguna otra cosa. Tenerlo a Él en el corazón, vivir cada
día con Cristo, procurar Su disfrute con nosotros, hacer Su voluntad, es
nuestro máximo gozo. Nada más requerimos: Ni misteriosas doctrinas, ni nuevas
sensaciones, novedades teológicas, prosperidad material y éxito mundano, fama
ni nada que supere al Amor del Señor. En Jesús nuestro gozo es cumplido.
CONCLUSIÓN.
En una Iglesia que está siendo
infiltrada por extrañas doctrinas llamadas “gnósticas”, el apóstol San Juan
proclama quién es realmente Jesús: 1) Jesucristo es el Verbo de Dios encarnado en Jesús, el Hombre, es
verdadero Dios y verdadero Hombre; 2) Jesucristo es la Vida, la que
viene de Dios, la “vida eterna” o vida zoé; 3) Jesucristo es el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la
Trinidad, Dios mismo; y 4) Jesucristo es
nuestro gozo completo, no requiriendo para conocerle más experiencia que Su
amor en nosotros.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Qué significa
que Jesucristo sea el Verbo y la Vida de Dios?
2)
¿Qué
consecuencias tendría que Jesucristo no fuera el Hijo de Dios?
3)
¿Qué ventaja tuvieron los apóstoles en
su relación con el Señor, en comparación con nosotros?
4)
¿Cuál fue el resultado de esa relación?
5)
¿De quién proviene el mensaje del
Evangelio?
6)
¿En qué consiste la comunión cristiana?
7)
¿Cómo define la Biblia las funciones que
tiene la Iglesia con respecto a la Verdad?
8)
¿En qué nota
usted que alguien tiene el gozo del Señor?
9)
¿Cuáles eran las principales enseñanzas
de los gnósticos cristianos en cuanto a Jesús?
10) ¿Qué
es, a su juicio, conocer a Dios?
11) ¿Qué falsas ideas se están
infiltrando en los cristianos de hoy?
12) ¿Qué
se debe hacer con las personas que alardean de espiritualidad y conocimiento?
13) ¿Cree
usted que el mundo material es bueno o malo?
14) ¿De
dónde proviene la corrupción?
15) ¿Qué
diferencia hay entre ser natural, carnal y espiritual?
16) ¿Qué
filosofías y tradiciones se han introducido en la Iglesia de hoy?
17) ¿Cómo
podemos precavernos de no vivir más allá del bien y del mal?
18) ¿Existen
hoy día, cristianos que se consideren “iluminados”?
19) ¿Cree
usted que basta sólo Jesucristo para disfrutar del gozo de Dios?
20) ¿Qué es tener a Jesucristo en
nosotros?
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