REFLEXIÓN Nº16
© Pastor Iván Tapia
Contardo
Lectura bíblica: “12
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: / 13 Hijo de hombre, cuando la tierra
pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella,
y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de
ella hombres y bestias, / 14 si estuviesen en medio de ella estos tres varones,
Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias
vidas, dice Jehová el Señor. / 15 Y si hiciere pasar bestias feroces por la
tierra y la asolaren, y quedare desolada de modo que no haya quien pase a causa
de las fieras, / 16 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo,
dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a sus hijas librarían; ellos solos
serían librados, y la tierra quedaría desolada.” (Ezequiel 14:12-16)
Idea central: La familia del creyente.
Objetivos: a) Conocer y valorar la historia del patriarca Job y la enseñanza de fe
que nos entrega; b) Descubrir y valorar la familia de Job como una familia con
un padre ejemplar; c) Valorar e imitar la unidad de los hijos de Job; d)
Comprender la actitud negativa de la esposa de Job; e) Entender la familia de
Job como la familia de un creyente normal, sometido a prueba por Dios; f)
Valorar e imitar la actitud de Job hacia sus seres queridos.
Resumen: Conocemos la historia del patriarca Job, un
relato de pruebas durísimas a un creyente normal y de la disciplina a que éste
debe ser sometido para su óptimo desarrollo espiritual. Esta lección pone la
mirada en su grupo familiar con sus luces y oscuridades.
L
|
a primera vez que escuché acerca de Job fue cuando era
muy joven y aún no conocía a Jesucristo. Un tío muy querido por la familia
estaba en su lecho de muerte, aquejado gravemente por una enfermedad terminal y
decidí visitarle. Recuerdo que le llevé de regalo un clavel rojo; yo era uno de
esos muchachos de cabellera larga, un soñador, absolutamente ignorante de las
verdaderas dificultades de la vida. Él, mi querido tío Pedro, me miraba con
dulzura y gozo, quizás intuyendo que yo un día sería un hombre de Dios.
Entonces me habló de Job, sus sufrimientos, la terrible pérdida de sus hijos y
posesiones; sometido a un castigo de la vida, que ahora entiendo fue la
disciplina de Dios, y sin embargo con una gran fe y completa entrega al Creador.
Seguramente me dijo las frases más notables del libro de Job:
“... Desnudo salí del vientre
de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre
de Jehová bendito.” (Job 1:21)
“8
Tus manos me hicieron y me formaron; ¿Y luego te vuelves y me deshaces? / 9
Acuérdate que como a barro me diste forma; ¿Y en polvo me has de volver?” (Job 10:8,9)
“25
Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; / 26 Y
después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; / 27 Al cual
veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece
dentro de mí.” (Job
19:25-27)
“8
Ciertamente espíritu hay en el hombre, Y el soplo del Omnipotente le hace que
entienda. / 9 No son los sabios los de
mucha edad, Ni los ancianos entienden el derecho.” (Job 32:8,9)
Job es un libro que nos enseña la integridad y piedad
de un hombre justo. No es un personaje ficticio sino real; un patriarca que vivió
al este de Palestina, en las proximidades del desierto, en una época en la que
los caldeos hacían incursiones hacia occidente. Sus experiencias se describen con
gran audacia poética y la pregunta que plantea es ¿Por qué permite Dios los
sufrimientos al justo? Job, a pesar de su fe, fidelidad a Dios, misericordia
con el prójimo y amor por su prole, aún faltaba que aprendiera algo más. El
Señor es el gran Maestro de la vida y a nadie deja sin una lección.
Pero en esta oportunidad abordaremos a Job en su vida
familiar.
¿Cómo era la familia de Job y qué podemos aprender de
ella?
- Una familia con un padre justo y temeroso del Señor.
“1
Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal.” (Job 1:1)
Job vivía en la
ciudad de Uz, ubicada al norte de Arabia, cercana a tierras de Madian. Era una
ciudad amurallada con grandes puertas: “7 Cuando
yo salía a la puerta a juicio, Y en la plaza hacía preparar mi asiento, / 8 Los
jóvenes me veían, y se escondían; Y los ancianos se levantaban, y estaban de
pie.” (Job 29:7,8)
Se dice que era un
hombre perfecto, no porque careciese de errores o defectos sino porque siempre
buscaba la voluntad de Dios y su norte era agradarlo. Job quería ser una
persona correcta: “Enseñadme, y yo callaré; Hacedme entender
en qué he errado.” (Job 6:24). Job se reconocía
pecador: “¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas
mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya
no existiré.” (Job 7:21). Job
no se consideraba perfecto ni se justificaba a sí mismo: “Si yo me justificare, me condenaría mi boca; Si me dijere
perfecto, esto me haría inicuo.”
(Job 9:20).
Job era un hombre “temeroso de Dios y apartado
del mal.” Así lo veía
Dios: “8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has
considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón
perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8) Todos los creyentes
debiéramos tener esta actitud para que el Señor nos viese de esa forma y
agradarlo a Él. En cambio el Enemigo tenía una opinión distinta de él: “9
Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? / 10 ¿No
le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de
sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la
tierra. / 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si
no blasfema contra ti en tu misma presencia.” (Job 1:9-11)
Satanás piensa que mientras estamos bien, somos prósperos y bendecidos por
Dios, somos fieles, pero en cuanto seamos sometidos a prueba, renegaremos de
Él. Satanás piensa distinto a Dios, no sin razón, pues hay muchos que están con
el Señor en los buenos tiempos, pero se alejan de Él cuando la vida se hace
difícil: “4 Respondiendo Satanás, dijo a
Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. / 5 Pero
extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema
contra ti en tu misma presencia.” (Job
2:4,5). Es decir que los humanos somos ingratos e interesados y no
agradecidos y fieles a Dios.
Que Job era un
varón temeroso de Dios lo demuestra su reacción ante la pérdida de sus criados,
pastores, ovejas, camellos, hijos e hijas: “20
Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en
tierra y adoró, / 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo
volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. / 22
En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” (Job 1:20-22) No dejó de adorar a Dios y reconoció la
soberanía de Éste sobre su vida.
Él fue un hombre
paciente con su familia, con sus amigos y con las difíciles circunstancia que
le tocó vivir, como lo declara el hermano del Señor: “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis
oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es
muy misericordioso y compasivo.” (Santiago 5:11)
Una familia con un padre justo y temeroso del Señor es
una familia que será testigo de unas virtudes que de alguna forma sus hijos
imitarán. No podemos hacer de esto una ley; la misma Biblia nos muestra casos
de padres buenísimos con malos hijos, como es el caso del sacerdote Elí, de los
que se dice que “...eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de
Jehová.” (1 Samuel 2:12). Pero si un padre da buen ejemplo de fe, a la postre
sus hijos lo agradecerán y querrán también reconciliarse con Dios.
2.
Una familia con hermanos unidos.
“2
Y le nacieron siete hijos y tres hijas. / 3 Su hacienda era siete mil ovejas,
tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos
criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales. / 4 E iban sus
hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar
a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos. / 5 Y acontecía que
habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y
se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos.
Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra
Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.” (Job 1:2-5)
Job era un hombre rico y tenía siete hijos varones y
tres mujeres, todos ya mayores, quienes poseían sus casas. En esa época la
riqueza no se medía en dinero ni en tierras, sino en rebaños y Job tenía muchas
ovejas, camellos, bueyes, asnas, además de criados para cuidarlas. Así se puede
ver en la relación de Abraham y su sobrino Lot: “1 Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con
todo lo que tenía, y con él Lot. / 2 Y Abram era riquísimo en ganado, en plata
y en oro. / 3 Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el
lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai, 4 al lugar del
altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová. / 5
También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. / 6 Y la
tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran
muchas, y no podían morar en un mismo lugar. / 7 Y hubo contienda entre los
pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y
el ferezeo habitaban entonces en la tierra.” (Génesis 13:1-7)
La reputación de Job era tan grande como lo fue la de
Salomón, de quien se dice lo mismo: “29 Y
Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como
la arena que está a la orilla del mar. / 30 Era mayor la sabiduría de Salomón
que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios.” (1 Reyes 4:29,30) Se llamaba
“orientales” a la gente que vivía al este de Palestina y a los del norte del
desierto de Arabia.
Los hijos de Job
se reunían cada día de la semana a comer juntos, en una de las casas de los
varones. Reinaba amor y armonía entre los miembros de esa familia. Las hermanas
eran muy queridas y cuidadas.
Cada sábado el padre presentaba holocaustos por cada
uno de sus hijos, como lo señalaba la Ley: “2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno
de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis
vuestra ofrenda. / 3 Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto
lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión
delante de Jehová.” (Levítico
1:2,3). El padre era y es el sacerdote de la familia, tiene el rol
espiritual de velar por la protección y desarrollo espiritual de su familia.
Mediante estas ofrendas cubría cualquier pecado que sus hijos pudiesen haber
cometido, consciente o inconscientemente. Tal forma de ofrenda se conocía y
practicaba mucho antes de darse a conocer la Ley: “Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal
limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.” (Génesis
8:20) Tal acto de devoción de Job da cuenta de su gran amor hacia sus
hijos.
Una familia con
hermanos unidos indudablemente es resultado de unos padres que fomentaron la
unidad, la comprensión, la tolerancia, en fin el amor en su grupo familiar. No
podemos adjudicar sólo a Job, el padre de familia, de este éxito. La madre sin
duda puso gran parte de ese amor, maternal y dedicado, en cada uno de sus
hijos, lo que permitió hombres y mujeres felices, capaces de compartir sus
vidas, aún cuando ya tenían sus parejas. Al ver Job que sus hijos vivían
alegremente y disfrutaban en grupo, quizás observó cierta liviandad en sus
vidas, un poco despreocupadas de Dios. Cuando un padre, una madre o ambos son
muy piadosos, los hijos a veces tienden a alejarse de la fe o a llevarla de un
modo menos comprometido. No se nos muestra a los hijos de Job como personas muy
espirituales, si los comparamos con su padre, pero sí como personas alegres que
deseaban compartir la mesa cada día.
3.
Una familia con una madre fatua.
“7
Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna
maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. / 8 Y tomaba
Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza. / 9
Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y
muérete. / 10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas,
has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En
todo esto no pecó Job con sus labios.” (Job 2:7-10)
Se desconoce la
enfermedad que tuvo Job, la cual le produjo un problema tan doloroso y grave en
su piel, hasta hacerle úlceras: “Así se
sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba
palabra, porque veían que su dolor era muy grande.” (Job 2:13); “Pues antes que mi
pan viene mi suspiro, Y mis gemidos corren como aguas.” (Job 3:24); “Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel
hendida y abominable.” (Job 7:5);
“Tú me has llenado de arrugas; testigo es
mi flacura, Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.” (Job 16:8); “Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, Aunque por los hijos de mis
entrañas le rogaba.” (Job 19:17); “Mi piel se ha ennegrecido y se me cae, Y mis huesos arden de calor.”
(Job 30:30); “Su carne desfallece, de manera que no se ve, Y sus huesos, que antes
no se veían, aparecen.” (Job 33:21)
Lamentablemente
su esposa tuvo una mala reacción ante la calamidad de Job, añadiendo tentación
a la aflicción, la tentación de blasfemar contra Dios. Ella no podía acusarle
de no ser sincero, como lo había hecho Satanás, pero sí lo impulsó a abandonar
su piedad, mas él no consintió en ello. Job la trata de fatua, es decir alguien
que actúa rechazando la voluntad de Dios.
Se usa la palabra para referirse a las almas necias o torpes: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios.
Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien.” (Salmos 14:1) y “21 Por tres cosas se alborota la tierra, Y la cuarta ella no puede
sufrir: / 22 Por el siervo cuando reina; Por el necio cuando se sacia de pan” (Proverbios 30:21,22)
El libro de Job
dice poco sobre su esposa, aparte de estas palabras poco felices de ella,
palabras que pudieron originarse en la frustración y el dolor de haber perdido
a sus hijos y cuanto poseían, como de una fe poco desarrollada. ¿No podríamos
actuar también nosotros así, ante circunstancias tan dolorosas como la de ella
y su esposo Job?
En forma
indirecta se vuelve a hablar de ella cuando el libro de Job relata: “10 Y quitó Jehová la aflicción de Job,
cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que
habían sido de Job. / 11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus
hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su
casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová
había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un
anillo de oro. / 12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el
primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de
bueyes y mil asnas, / 13 y tuvo siete hijos y tres hijas. / 14 Llamó el nombre
de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera,
Keren-hapuc. / 15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda
la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. / 16 Después de esto
vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos,
hasta la cuarta generación. / 17 Y murió Job viejo y lleno de días.” (Job 42:10-16) Indudablemente la
restauración de Job benefició a su esposa. En ningún párrafo dice que Job se
haya apartado de ella, ni que él hubiera tenido estos nuevos siete hijos y tres
hijas, con otra mujer. Es probable que ella recapacitara de sus palabras por el
testimonio de fortaleza y fe que vio en su esposo, y que con el tiempo sanara
de su pérdida. A ambos les restaba la esperanza de reencontrar a esos hijos
amados en el seno de Abraham, para nosotros el Cielo.
Fatuo es
similar a necio. Este último se
refiere a lo intelectual, ser ignorante o de “cabeza hueca”, no creer en el
mundo espiritual. En cambio fatuo se refiere a lo moral, a desechar a Dios, ser
un engreído espiritual y reírse de lo sagrado. Una familia con una madre fatua
es lamentable. Sin embargo, no debemos juzgarla exclusivamente por la reacción
que tuvo ante el dolor de tan grande pérdida. Lo más probable es que ella
estuviera enojada con Dios y también con la obstinada fe de su marido. Pero en
ningún versículo del libro se dice que ella lo abandonara, sino que volvió a
ser madre de diez hijos, como lo fue antes de sus muertes. ¡Cuál no sería su
alegría al recuperar una familia! La Biblia destaca los nombres de las tres
nuevas hijas, los que tienen un significado especial: Jemima que significa
paloma (símbolo de paz y reconciliación); Cesia que es una clase de incienso
(símbolo de fragancia, perfume) y Keren-Hapuc que literalmente significa cuerno
de adorno (símbolo de belleza).
Pienso que la
madre de esta familia aprendió mucho de tan tristes experiencias, que fue amada
por su marido y ella pudo también amarlo y crecer en carácter, cumpliéndose en
ella lo que dice la Palabra de Dios acerca de la disciplina: “Es verdad que ninguna disciplina al
presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Hebreos
12:11)
CONCLUSIÓN.
La familia de Job estaba formada por él, su esposa y
sus diez hijos: Siete hombres y tres mujeres. Job fue tratado duramente por
Dios a través de la acción del Maligno. La familia de Job era: 1) Una familia con un padre justo y
temeroso del Señor, ejemplo para ellos; 2) Una familia con hermanos unidos en el amor; y 3) Una
familia con una madre fatua, herida y enojada con Dios por sus pérdidas.
La familia de
Job es la familia de un creyente normal, quien es sometido a diversas pruebas y
no siempre logra la completa conversión de los suyos. Job es responsable de su
familia, actúa como su sacerdote, pero no tiene todo el apoyo de su mujer.
PARA
TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Cuál fue el ejemplo de su padre y de su
madre en su familia?
2) ¿Cuál fue la reacción de sus padres ante
problemas graves?
3) ¿Por qué se dice que la familia de Job es
la familia de un creyente normal?
4) ¿A qué llama la Biblia un “hombre
perfecto”?
5) ¿Qué actitudes valora usted en
Job?
6) ¿Cómo se puede lograr un
desarrollo de la paciencia?
7)
¿En qué se basaba la riqueza de Job y
los patriarcas?
8)
¿Cómo es su relación con sus hermanos y
hermanas?
9)
¿Qué significa que el padre es el
“sacerdote” de la familia?
10) ¿Cómo
se puede lograr la unidad familiar?
11) ¿Qué
preocupaciones tiene usted como padre o madre?
12) ¿Cómo
se puede transmitir la fe a nuestros hijos?
13) ¿Qué
diferencia hay entre ser necio y ser fatuo?
14) ¿Cuál
sería su reacción ante la sociedad, la familia y Dios si usted perdiera todo lo
que ama?
15) ¿Qué
pérdidas ha sufrido en su vida?
16) ¿Qué
podemos aprender de la familia de Job?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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