© Pastor Iván Tapia Contardo
Lectura
bíblica:
“1 En aquel tiempo los discípulos
vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? / 2 Y
llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, / 3 y dijo: De cierto os
digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de
los cielos. / 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el
mayor en el reino de los cielos. / 5 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un
niño como este, a mí me recibe.” (San
Mateo 18:1-5)
Idea central: Las
paradojas del Evangelio.
Objetivos: a) Comprender el uso que dio Jesús a la paradoja; b)
Meditar las paradojas de Jesús y abrirse a Su Verdad; c) Comprender que debemos
tener más de Dios para recibir más; 2) Comprender y experimentar la paradoja
evangélica de morir para vivir; y 3) Comprender, asimilar y vivir la paradoja
de aborrecer para ser aceptado, poniendo en primerísimo lugar a Jesucristo.
Resumen:
La vida cristiana está llena de paradojas como lo está la Biblia y el
Evangelio. El Maestro se empeñó en presentar Su Verdad en forma paradojal,
aparentemente absurda y contradictoria, para hacernos reflexionar sobre la vida
eterna, la salvación y el amor verdadero. Pongamos atención a las paradojas del
Evangelio y encontraremos su verdadero sentido.
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Todos
hemos escuchado frases como estas: “Si quieres paz prepárate para la guerra”; “Sólo sé
que nada sé”; “Seamos realistas, pidamos lo imposible”; “Prohibido prohibir”; “Es
de mala suerte ser supersticioso”; “Todos somos iguales, pero unos más iguales
que otros”. Son frases que utilizan ideas contradictorias pero encierran una
verdad. Es lo que se llama “paradoja”.
La
palabra “paradoja” deriva del latín “paradoxa” que significa “lo contrario a la
opinión común”. Es una idea extraña opuesta a lo considerado por todos como
verdadero. En la retórica o arte de
hablar y persuadir, cosa que nuestro Maestro dominaba, la paradoja es una
figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que implican
contradicción, como cuando asegura: “todo
el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí, éste la salvará” (San
Lucas 9:23). Las paradojas estimulan la reflexión y sirven para revelar lo
complejo que es la vida.
En
la paradoja se niega lo mismo que se afirma: “el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.”
(San Lucas 9:48). Es una idea
extraña opuesta a lo que se considera verdadero, es una proposición que implica
una contradicción lógica pero que pretende transmitir una verdad superior.
Las
verdades reveladas por Dios son tan prolíficas en paradojas que la Biblia
parece llena de contradicciones. Por un lado se nos dice que Jesucristo lo hizo
todo por nosotros: “18 Porque también
Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en
espíritu” (1 Pedro 3:18). Y por otro lado se nos
insta a ocuparnos en nuestra salvación: “12
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor, / 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:12,13)
Una de las paradojas más
llamativas es la de fe y obras: “8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; / 9 no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8,9) y “23 Y se cumplió la
Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado
por justicia, y fue llamado amigo de Dios. / 24 Vosotros veis, pues, que el
hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” (Santiago 2:23,24)
Con frecuencia es necesario presentar la
Verdad a la mente humana mediante declaraciones que aparentan estar en
contradicción, es decir mediante paradojas. Es lo que hizo Jesucristo para
conmover, remecer, penetrar y cambiar la mente de sus oyentes. En la enseñanza
de Jesús es frecuente el uso de la paradoja. Algunos ejemplos: “Mirad, guardaos de la levadura de los
fariseos y de los saduceos”; “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus
muertos”; “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?”; “¡Guías ciegos,
que coláis el mosquito, y tragáis el camello!”; “Otra vez os digo, que es más
fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino
de Dios.”
¿Cuáles son las
paradojas más relevantes del Evangelio?
1. Tener para recibir más.
“12 Porque a
cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo
que tiene le será quitado.” (San Mateo 13:12)
El Señor
dijo estas palabras cuando hablaba sobre el propósito de las parábolas. Nada
más contradictorio que esto: “10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él
con los doce le preguntaron sobre la parábola.
/ 11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de
Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; / 12 para que viendo, vean y no perciban; y
oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados
los pecados.”
(San Marcos 4:10-12)
Cualquier
persona con sentido común pensaría que todo maestro desea que sus oyentes y
discípulos le entiendan, sin embargo este Maestro afirma lo contrario: “9 Y sus discípulos le preguntaron,
diciendo: ¿Qué significa esta parábola? / 10 Y él dijo: A vosotros os es dado
conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para
que viendo no vean, y oyendo no entiendan.” (San Lucas 8:9,10)
También señaló: “13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no
oyen, ni entienden. / 14 De manera que
se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: ” (San Mateo 13:13-15)
Estos
tres textos se originan en una pregunta que hacen los discípulos a Jesús,
después que Él les contara la parábola del sembrador: ¿Qué significa esta parábola? La respuesta del Maestro contiene
varias afirmaciones:
a) A vosotros os es dado saber el misterio del reino de
Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas. La revelación de
la Verdad es sólo para discípulos. Los demás son privados de esa Verdad.
b) Para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Las parábolas
serán entendidas sólo por los escogidos.
c) Que se cumple en ellos la profecía de Isaías. La falta de
entendimiento de los no escogidos es el cumplimiento de la profecía.
d) Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y
con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos. No se da a
conocer la Verdad a los de duro corazón, que tienen oídos y ojos espirituales
cerrados.
La paradoja es que el conocimiento se
dará al que tiene más, y al que tiene menos le será quitado. Sólo aquellos que
aman la Verdad, merecen tenerla. Por eso el Maestro enseña en parábolas. El de
corazón humilde podrá recibirla, el soberbio no la comprenderá y la rechazará.
Es contradictorio que un maestro no desee que todos aprendan y esconda la
Verdad a algunos, pero esa es la realidad de la espiritualidad. Hasta parece
injusto que al que no tiene, aun lo que
tiene le será quitado, pero finalmente es muy justo y razonable. Meditemos
en ello.
2. Morir para vivir.
“24
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. / 25 Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la
hallará. / 26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (San Mateo 16:24-26)
Estas palabras Jesús las dijo luego del
incidente en que Pedro le reconviene porque Él le anunció “a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho
de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto,
y resucitar al tercer día.” El Señor le reprende: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones
la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Como cualquier
ser humano normal, Pedro considera que lo primero es salvar la propia vida: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna
manera esto te acontezca”.
Es entonces que Jesús planta este
principio tan contradictorio: “Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí y del evangelio, la
salvará.” (San Marcos 8:35).
Para salvar la vida (se refiere a la vida eterna) hay que perder la vida (la
vida terrenal). En el fondo la paradoja no es tal, pues se refiere a dos tipos
de vida diferentes.
Este morir puede implicar la muerte
física, el martirio por causa de la fe en Jesucristo; pero en realidad este
morir se inicia en el momento en que entregamos la vida al Señor. Desde aquel
instante Jesús se apropia de nosotros, instala Su Espíritu Santo en el interior
del cristiano y comienza a gobernarlo. Una ratificación de esto es el bautismo,
sacramento que instituyó Jesús cuando dijo: “19
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (San Mateo 28:19). En el bautismo muere el viejo hombre para nacer
Cristo en nosotros. De allí en adelante, la vida cristiana será un continuo
morir al pecado, a los deseos de la carne, al mundo, a los legalismos, al
diablo, para obedecer sólo a Jesús:
“1
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la diestra de Dios. / 2
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con
él en gloria. / 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:1-5)
Una paradoja de la vida cristiana es que
morimos al yo para vivir eternamente en Otro que es Cristo. No es fácil
entender y aceptar esta verdad, ya que todos deseamos ser nosotros mismos y
disfrutar de la vida. Hoy el disfrute es vivir la vida de Cristo y para eso
tengo que morir; la cruz no es solamente para Jesucristo, también es para el
cristiano: “20 Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas
2:20). Otra paradoja es que viéndonos vivos (en la carne), en verdad
estamos muertos (al viejo hombre); y que pareciendo muertos (por nuestro modo
de vivir y pensar), en verdad estamos vivos (en Cristo y para eternidad).
San
Juan lo expresa de otra forma, pero con igual significado: “25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardará.” (San
Juan 12:25). Si me apego a la vida en este mundo, a mis deseos temporales,
perderé la vida eterna; sin embargo si renuncio a la vida en este mundo, ganaré
la vida eterna, que es la vida con Cristo. Es mejor perder aquí para ganar en
la eternidad, que ganar aquí para perder eternamente.
3. Aborrecer para ser aceptado.
“26 Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y
hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” (San Lucas 14:26)
De
inmediato llama la atención la palabra “aborrecer” que significa odiar,
detestar, rechazar, lo cual contradice totalmente el mensaje de amor de Jesús.
Él mismo dijo: “19 Honra a tu padre y a
tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (San Mateo 19:19) y en la cruz se preocupó por Su madre,
encomendándosela a Juan. Por tanto no está enseñando el desprecio por la
familia.
Algunos
comentaristas aluden al significado griego de la palabra original “miseo”, que
efectivamente significa odio, pero que para ellos es “odiar menos”, como en el
caso de Jacob: “30 Y se llegó también a
Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.”
(Génesis 29:30). Pero Jesús usó esa
palabra tan dura, “aborrecer”, efectivamente, pero no para indicar que debemos
odiar a la familia sino que es un modo de decir en su tiempo y cultura, un
“hebraísmo”. Si tomamos la frase en forma literal, encontramos en ella una
completa contradicción.
Los judíos usaban las palabras “amar” y
“aborrecer” u “odiar”, para expresar una preferencia entre dos cosas. Por
ejemplo: “13 Como está escrito: A Jacob
amé, mas a Esaú aborrecí.” (Romanos
9:13). Debemos comprender: “Preferí a Jacob”. El texto queda más claro en
el Evangelio de Mateo: “37 El que ama a
padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que
a mí, no es digno de mí” (San Mateo
10:37). Dios quiere el privilegio del amor mayor por sobre el amor filial,
conyugal y de cualquier tipo de amor humano. Jesucristo, como Hijo de Dios, nos
exige la misma devoción.
Un día Pedro
quiso aclararle al Maestro su devoción: “28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí,
nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. / 29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya
dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras, por causa de mí y del evangelio,
/ 30 que no reciba
cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos,
y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.” (San Marcos 10:28-30) El discípulo
renuncia a todo y recibe mucho más; recibe una nueva familia, la familia de
Dios y la vida eterna con Cristo.
Volvamos al
texto inicial y consideremos el verso siguiente: “26 Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y
hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. / 27 Y el
que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” (San Lucas 14:26,27). Siempre la cruz
fue y será, como la horca, la guillotina o la silla eléctrica, un instrumento
de muerte, dolor y vergüenza. Por tanto escoger entre Jesucristo y la familia
es algo grave. En los tiempos de los apóstoles primeros era algo tan incomprensible
para la familia del cristiano que éste escogiera el camino de la muerte, el
dolor y la vergüenza, como hoy lo sigue siendo para muchas familias de
cristianos que no pueden comprender nuestra opción. Cada vez en que, por causa
de Cristo, dejamos de participar con la familia, somos probados. Es muy claro: “37 El que ama a padre o madre más que a mí,
no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (San Mateo 10:37)
Las
palabras de la esposa de Job no son muy anacrónicas para muchos cristianos que
hoy viven la incomprensión y rechazo de sus familias, por causa de su fe en
Cristo: “9 Entonces le dijo su mujer:
¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.” (Job 2:9)
La paradoja
de “aborrecer” a la familia para amar a Dios significa poner en primer lugar al
Señor y en segundo lugar a la familia en nuestro corazón. De lo contrario la
familia se convierte en un ídolo, lo que a Dios no agrada. Amaremos a nuestra
familia con el amor misericordioso y comprensivo de Jesús, pero no permitiremos
que ella se interponga entre nosotros y el Señor de Señores, nuestro Salvador.
CONCLUSIÓN.
La paradoja
es una figura retórica y literaria consistente en una afirmación aparentemente
absurda (para=contra, doxa=opinión), pero que al meditarla encierra una verdad.
El Maestro Jesús la utilizó en innumerables ocasiones. Destacan tres de ellas:
1) Tener
para recibir más, “a cualquiera que
tiene, se le dará, y tendrá más”; 2) Morir para vivir, “todo el que pierda su vida por causa de mí, la
hallará.”; y 3) Aborrecer para ser aceptado, “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su
padre, y madre... no puede ser mi discípulo.”
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Qué diferencia hay entre una parábola y una paradoja?
2) Invente una
frase paradojal con las ideas de luz y oscuridad.
3) ¿Cómo entiende
la paradoja que dice “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros,
primeros.”?
4) ¿Qué doctrinas
cristianas son paradojales?
5) ¿Qué paradojas
debemos entender si queremos crecer como cristianos y ayudar a otros a crecer?
6) ¿Por qué se dice
que si queremos vivir, debemos morir?
7) ¿Qué nos
aconseja el mundo para bien vivir y qué nos aconseja la Iglesia?
8) ¿Cómo podemos
luchar contra el pecado y al mismo tiempo descansar en Dios?
9) ¿Cuál es a su
juicio la mayor paradoja de la vida cristiana?
10) ¿Debo trabajar
cada día hasta quedar exhausto o sentarme y esperar a que Jesús me levante?
11) ¿Por qué es
bueno meditar acerca de la tumba vacía de Jesucristo?
12) ¿Para qué nos ha
dado Dios el Espíritu Santo?
13) ¿Cómo podemos
“vivir muriendo”?
14) ¿Cómo podemos
“descansar luchando”?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
- Reina, Casiodoro de
(1960). “La Santa Biblia”
Estados Unidos: Broadman
& Holman Publishers.
- MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson
Inc.
- (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
- (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
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- “Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
- Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
- (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
- http://es.gospeltranslations.org/wiki/El_discipulado_y_las_paradojas_del_crecimiento
- http://www.liferesearchinternational.org/esp/artigos/2-1.html
- http://elpregonerolatino.com/iniciar/tenemos-que-aborrecer-a-nuestra-familia-por-cristo
- Lund, Dr. E. (1970) “Hermenéutica,
Reglas de Interpretación de las Sagradas Escrituras” Miami, Florida:
Editorial Vida
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