LECCIÓN 6
© Pastor Iván Tapia Contardo
Lectura
bíblica:
“14 Finalmente se apareció a los once
mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y
dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto
resucitado. / 15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura. / 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no
creyere, será condenado. / 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; / 18 tomarán en las
manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (San
Marcos 16:14-18)
Idea central: El Señor nos ordena predicar
el Evangelio.
Objetivos:
a) Entender el significado
espiritual de predicar el Evangelio, b) Valorar la “predicación” como un acto
valiosísimo; c) Apurar la segunda venida del Señor, predicando el Evangelio; d)
Luchar y exponerse contra la incredulidad en la predicación del Evangelio a los
inconversos; e) Confirmar la fe de nuestros hermanos, predicando el Evangelio;
y 5) Cumplir Gran Comisión.
Resumen:
El más importante mandato que Jesús dejó a la Iglesia fue el de predicar el
Evangelio. Para cumplirlo debemos capacitarnos y motivarnos, teniendo en cuenta
que es muy valioso para el Señor y las almas perdidas; un modo de apurar Su
regreso; es una guerra espiritual; así confirmamos a nuestros hermanos en la fe
y cumplimos la Gran Comisión.
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La
“predicación” es la acción de predicar, entonces podemos decir de alguien que
fue a anunciar el Evangelio a otro lugar, como una plaza, un hogar, una
institución, un templo, etc., que anda en la “predicación”; pero también se
nomina predicación al discurso mismo del que predica, o sea el “predicador”. Otra
forma de llamar a la predicación es “prédica”. Por lo general se predica desde
los púlpitos de las iglesias, pero se puede hacer en cualquier lugar donde las
personas requieran escuchar el mensaje del Evangelio. Casi siempre son los
ministros de Dios y algunos líderes de la Iglesia quienes tienen esta tarea de
“predicar”, porque están preparados y capacitados para ello, pero eso no impide
que todo cristiano “predique” el Evangelio.
En cuanto al origen de la palabra
“predicar”, viene del latín: 1) “pre”, que significa antes, delante. Por
ejemplo decimos previamente (algo que se hace antes), prejuicio (emitir un
juicio antes de pensar), precaución (tener un cuidado antes de que suceda algo
malo): 2) “dedicare”, que significa destinar, consagrar. Por lo tanto
“pre-dicar” es dar a conocer algo que con anterioridad ha estado apartado o
escondido y ahora sale a la luz pública. Fue lo que hizo Juan el Bautista
cuando emitió el mensaje previo a la aparición de Jesús en el Jordán: “23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en
el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.” (San Juan 1:23)
¿Qué es
predicar, según la Biblia?
1. Predicar es derramar un vaso de
alabastro.
“De cierto os digo que dondequiera
que se predique este evangelio,
en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de
ella.” (San Mateo 26:13)
Cuando Jesús
estaba a la mesa en casa de Simón, el leproso, vino una mujer y derramó el
perfume de un vaso de alabastro sobre la cabeza del Maestro. Los discípulos se
escandalizaron por el gasto, mas Él explicó que ella lo ungía para Su sepultura,
lo “preparaba” para la muerte. Les dijo, ante su preocupación por el aparente
despilfarro, que a los pobres siempre los tendrían cerca para ayudarles, pero a
Él no. Lo que hizo esta mujer ha sido siempre contado al predicar el Evangelio
pues: a) Ella efectuó un acto de adoración a Dios; b) Ella sin saberlo anunció
Su muerte; c) Ella hizo tan buena obra como dar a los pobres. Predicar el
Evangelio, también, es como derramar perfume en el alma de un abatido por el
pecado y, a la vez, alegrar el corazón de Dios “4
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad.” (1 Timoteo 2:4)
Predicar es como derramar un vaso de
alabastro, un perfume espiritual carísimo en el alma de un pecador y en el
corazón del Señor.
2. Predicar es anticipar la venida del
Señor.
“Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas
las naciones.” (San Marcos 13:10)
Este
versículo se encuentra en el contexto de la profecía de Jesús acerca de los
últimos tiempos. En los versos 5 al 7 nos presenta un panorama de la época que
estamos viviendo. Los versículos 8-13, donde se encuentra esta frase,
corresponden a la persecución que precederá a la Gran Tribulación. Hay una
palabra que no podemos dejar pasar por alto, la palabra “antes”. Así como en el
7 Jesús nos dice “pero
aún no es el fin”, aquí nos advierte que “antes” del fin es necesario que el
Evangelio sea predicado en toda la Tierra. La predicación del Evangelio es una
prioridad para el Señor y una de las señales de los últimos tiempos dada a Sus
discípulos.
Si
la Iglesia está en el corazón del Señor, se esforzará por predicar el Evangelio
para que la mayor cantidad de personas sean salvas. Si la Iglesia quiere ver
pronto al Señor, estar luego en el cielo, entonces apresurará sus pasos
predicando el Evangelio: “12 esperando y
apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos,
encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”
(2 Pedro 3:12)
Apresurar, apurar o anticipar es hacer
que una cosa ocurra antes del tiempo previsto. Habrá quienes piensen que Dios
ya lo tiene decidido, mas recordemos aquellas ocasiones en que Él cambió Su
voluntad ante el buen proceder de un pueblo.
Predicar es anticipar la venida del
Señor, apurarla para que se convierta la mayor cantidad de personas y Él
regrese pronto.
3. Predicar es luchar y exponerse
contra la incredulidad.
“5 Pero cuando
los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a
afrentarlos y apedrearlos, / 6 habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe,
ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, / 7 y allí predicaban el
evangelio.” (Hechos 14:5-7)
El texto
relata parte del primer viaje misionero de Pablo, cuando con Bernabé predicaban
en Licaonia y sus alrededores en el Asia Menor, hoy Turquía, luego de haberlo
hecho en Iconio. En esa ciudad lo habían hecho en una sinagoga y se
convirtieron “una gran multitud” de judíos y gentiles. Pero los judíos que no
les creyeron indispusieron a los gentiles contra Pablo y Bernabé. Tal cosa les
instó a insistir en la predicación y Dios les concedía señales y milagros.
Finalmente el público se dividió y los apóstoles tuvieron que arrancar pues
judíos, gentiles y autoridades querían lapidarlos. Así fue que continuaron
predicando el Evangelio en Listra y Derbe.
No siempre
será fácil la predicación del Evangelio; muchas veces implicará desavenencias,
calumnias, malos entendidos y persecuciones.
Predicar es luchar y exponerse contra la
incredulidad, puesto que estamos en una guerra espiritual contra el demonio al
cual le arrebatamos las almas.
4. Predicar es confirmar en la fe.
“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de
Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde
tiempos eternos” (Romanos 16:25)
Este versículo es la primera frase de la
doxología final de la carta a los Romanos. Se llama doxología a un himno o
fórmula de alabanza a Dios que aparece en la Biblia y que suele utilizarse en
la liturgia cristiana. Finaliza expresando: “al
único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” (Romanos 16:27) En estas palabras el Apóstol reconoce que sólo Dios puede producir
el crecimiento y despertar espiritual, confirmando la fe de los discípulos, de
acuerdo al Evangelio que él predica y a la predicación de Jesucristo. Su
Evangelio incluye los misterios que estaban ocultos y que ahora fueron
revelados por su intermedio.
Ese verso es
un apretado resumen del mensaje paulino, en el que podemos ver cuatro
conceptos:
a) “Y al que puede confirmaros” Sólo Dios puede darnos la firmeza o seguridad en el
camino de la fe.
b) “según mi evangelio” El ministro de Dios se ha apoderado
del Evangelio como un mensaje propio. Su evangelio está dirigido principalmente
a los gentiles.
c) “y la predicación de Jesucristo,” El Evangelio es la predicación de una Persona,
Jesucristo, Su nacimiento, vida, muerte y resurrección. Su vida incluye obras y
enseñanzas. El objeto de nuestra predicación es Jesucristo.
d) “según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos
eternos” Dios reveló
al Apóstol una serie de misterios, entre los que destaca el de la salvación por
Gracia.
La
predicación no sólo se dirige a los inconversos; también es para los creyentes
y en este caso es para despertar, exhortar, animar, es decir confirmar en la
fe.
Predicar es también confirmar en la fe,
cuando anunciamos a nuestros hermanos las verdades de Jesucristo y ellos
despiertan y crecen en su fe.
5. Predicar es cumplir una orden de Jesucristo.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda
criatura.” (San Marcos 16:15)
La orden de
Jesucristo es muy clara: “Id”. El verbo “ir” significa moverse hacia un lugar
determinado, también es tener una dirección determinada o llevar a un sitio.
Ejemplos: Ir a Jerusalén; yo voy a Jerusalén; ir de paseo; ir a dejar un
encargo. Nunca es algo estático, siempre implica un desplazamiento. En este
caso Jesús dice “por todo el mundo”;
esa es la orden de Jesús, moverse, trasladarse hacia otros lugares para llevar
el Evangelio. Sin embargo nosotros tantas veces permanecemos quietos, sin
desplazarnos geográficamente, ni siquiera dentro del barrio, y esperamos que el
Evangelio sea predicado. Hoy día también existen medios tecnológicos como la
radio, la televisión y el internet, que nos permiten llevar el Evangelio hacia
otras latitudes, pero eso no puede reemplazar el encuentro personal del
predicador con el oyente. Perfectamente la Iglesia puede llegar a tener un
satélite dedicado al anuncio del Evangelio en todo el planeta, como lo
profetiza Apocalipsis: “Vi volar por en medio del cielo a otro
ángel, que tenía el evangelio
eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu,
lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6)
“Por todo el mundo” anima a las misiones: “si
en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza
del evangelio que habéis oído,
el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo
Pablo fui hecho ministro.” (Colosenses
1:23) Los misioneros son los apóstoles de hoy que llevan el mensaje a otros
lugares del planeta, convierten almas y plantan iglesias. Desde el principio de
la era cristiana se entendió que predicar era dar un mensaje de vida y
esperanza: “14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él,
y para enviarlos a predicar” (San
Marcos 3:14) En su época
los apóstoles llevaron el Evangelio a distintos lugares: Simón Pedro a Babilonia de Mesopotamia; Andrés a Edesa (en Turquía); Juan a Esmirna, Pérgamo, Sardis, Filadelfia, Laodicea, Tiatira; Felipe al Asia Superior, Heliópolis (Egipto), Frigia; Bartolomé a la India; Tomás a Partia y la India; Mateo a Partia y Etiopía; Simón a Mauritania, África y Gran Bretaña.
En la
historia del cristianismo se distinguen misioneros: a) Protestantes, como John
Eliot a los indios de Norteamérica; William Carey a la India; Robert Morrison a
la China; David Livingston al África; Mary Slessor al África Occidental; Albert
Schweitzer al África ecuatorial francesa; William Cameron a Iberoamérica; y b)
Católicos, como Bartolomé de las Casas a la América española; Francisco Javier
a la India, Ceilán y extremo Oriente; Damián de Molokai a Hawai; Charles Eugene
de Foucauld al norte de África; Teresa de Calcuta a la India. Todos ellos
dieron sus vidas por la predicación del Evangelio de Jesucristo.
Si tenemos a
Cristo en nuestros corazones habrá un ardiente anhelo por predicar Su mensaje
de salvación a todos quienes encontremos en nuestro camino. Si así lo hacemos,
quienes nos escuchen y obedezcan al llamado, también querrán ser tan
evangelizadores como nosotros. Tengamos pasión por las almas; no importa si
somos pequeños o grandes predicadores; lo que importa es que prediquemos Su
Evangelio. Desde que Jesús, nuestro Maestro, ordenó a Sus discípulos predicar
el Evangelio hasta hoy ha habido grandes predicadores de Su Palabra de
salvación. Muchos cristianos y cristianas han invertido sus vidas en esta tarea
superior, han consagrado sus mentes, arriesgado su integridad física y salud, entregado
sus recursos y anunciado el Evangelio a millones de almas que hoy son salvas.
Atrevámonos nosotros también a ser predicadores del eterno Evangelio de
Jesucristo, dediquemos la vida a ello y sea ésta nuestra obra y expresión de
gratitud para el Señor que nos amó. Que nuestra labor quede escrita en el libro
de la vida:
“3
Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que
combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los
demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.” (Filipenses 4:3)
Predicar es cumplir una orden de
Jesucristo, la más importante, “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
CONCLUSIÓN.
Es necesario entender el significado
espiritual de las palabras “predicar”, “predicación”, “predicador”. Según la
Biblia, predicar es: 1) Derramar un vaso de alabastro, un perfume espiritual
carísimo en el alma de un pecador y en el corazón del Señor; 2) Anticipar la
venida del Señor, apurarla para que se convierta la mayor cantidad de personas
y Él regrese pronto; 3) Luchar y exponerse contra la incredulidad, puesto que
estamos en una guerra espiritual contra el demonio al cual le arrebatamos las
almas; 4) Confirmar en la fe, cuando anunciamos a nuestros hermanos las
verdades de Jesucristo y ellos despiertan y crecen en su fe; y 5) Predicar es
cumplir una orden de Jesucristo, la más importante, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Ha predicado usted en un lugar público como una
plaza, calle, institución, y cómo fue esa experiencia?
2) ¿Cuáles son las
dos verdades que Jesús declaró cuando una mujer derramó perfume sobre Su
cabeza?
3) ¿Puede Dios
cambiar Su voluntad?
4) ¿A qué equivale
en la actualidad la discusión entre judíos y gentiles dentro de la Iglesia?
5) ¿Cómo entiende
la confirmación cristiana?
6) ¿Quién fue la
persona que le predicó el Evangelio cuando usted conoció al Señor?
7) ¿Si pudiera
escoger, a quienes les gustaría ser enviado/a a predicarles?
8) ¿Qué haría usted
ahora si una persona se convirtiera por su predicación?
9) ¿Cuál es, a su
parecer, la más importante orden que nos ha dado Jesucristo?
10) ¿Qué personas de
su entorno necesitan ahora escuchar el mensaje del Evangelio?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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