SAMUEL, EL VIDENTE
MENSAJE 14
Pastor Iván Tapia Contardo
Lectura
bíblica: “17
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre. / 18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un
rayo. / 19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre
toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. / 20 Pero no os regocijéis de que
los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están
escritos en los cielos.” (San
Lucas 10:17-19)
Idea central: Los enemigos del
cristiano.
Objetivos: a) Comprender y aplicar las claves para enfrentarnos a nuestros enemigos; b) Aprender a respetar al enemigo; c) Discernir cuáles
son nuestros enemigos externos e internos; d) Enfrentar a
nuestros enemigos con valentía y fe en Dios; e) Utilizar toda la armadura de Dios
para la batalla espiritual; y f) Identificar los merodeadores del cristiano y
la Iglesia.
Resumen: El
enfrentamiento de Israel y Filistea nos enseña, a través de los errores de Saúl
y su pueblo, la actitud que debemos tener con los enemigos. Identificar al
contrincante, desarrollar un carácter apropiado para vencerlo y utilizar las
armas que Dios nos da para la batalla cristiana, son claves para nuestra
victoria contra el mal.
E
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nemigo es todo
oponente. Dios tiene enemigos, el demonio es el primero a quien siguió la
tercera parte de los ángeles, convirtiéndose éstos en enemigos de Dios. Si nos
volvemos al Señor, también nos convertimos en enemigos de Satanás. Por tanto
hay una lucha entre los cristianos y las tinieblas.
Todo lo que se
opone a la voluntad de Dios es Su enemigo, de tal modo que si hay dentro de
nosotros o en nuestra vida elementos opuestos al Señor, el enemigo actúa allí.
Los discípulos de Jesús libramos una guerra contra diversos enemigos, pero gracias
a Dios que contamos con la ayuda del Espíritu Santo y la fe: “4 Porque todo lo que es nacido de Dios
vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. / 5
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de
Dios?” (1 Juan 5:4,5)
La guerra contra
los filisteos librada por Saúl y su pueblo, es una magnífica oportunidad para
obtener lección sobre cómo debe ser nuestra conducta frente a los enemigos. He
aquí varias claves para no cometer errores y salir victoriosos en nuestra
batalla espiritual.
¿Qué nos enseña 1 Samuel 13, sobre el enemigo?
- El enemigo debe ser respetado.
“1 Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado
dos años sobre Israel, / 2 escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los
cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil
estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno
a sus tiendas. / 3 Y Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había
en el collado, y lo oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo
el país, diciendo: Oigan los hebreos. / 4 Y todo Israel oyó que se decía: Saúl
ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había
hecho abominable a los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal.” (1 Samuel 13:1-4)
Al cabo de dos
años de reinado, Saúl escogió 3.000 hombres para formar su ejército. 2.000
estarían con él en Micmas y en Bet-el; y 1.000 con Jonatán en Gabaa de Benjamín.
Cuando este último atacó la defensa de los filisteos que había en el valle, el
rey Saúl hizo anunciar por todo el país cómo “Saúl” había atacado a los
filisteos haciéndose Israel abominable a los filisteos. Entonces se juntó el
pueblo tras Saúl en Gilgal.
Micmas significa
“algo escondido”. Es una localidad cercana a la montaña de Bet-el, al este de
Bet-avén, al norte de Geba. Los filisteos acamparon en Micmas para combatir
contra Saúl.
Gilgal significa
“círculo de piedras”. Fue el primer campamento de Israel después de cruzar el
Jordán. Se consideró como lugar sagrado. Un lugar entre Bet-el y Siquem
incluido en la visita anual de Samuel.
El hijo de Saúl
atacó a los filisteos. No fueron los filisteos que comenzaron esta guerra, sino
Jonatán y Saúl. Envalentonados por esta ofensiva, declararon en toda la nación
que Israel era odiado por Filistea. El pueblo les siguió, con la admiración que
seguimos a un líder seguro y victorioso. Hay en estos hechos una actitud
vanidosa y demasiado triunfalista, una exagerada seguridad de superioridad.
Ellos, tanto los líderes como el pueblo, confiaron excesivamente en sus
capacidades. En Micmas tramaron en sus corazones “algo escondido” contra
Filistea y en Gilgal se reunieron fuertemente como un gran “círculo de piedras”.
Del mismo modo,
nosotros también a veces nos sentimos demasiado capaces y somos imprudentes y
poco realistas, al atacar a otras personas. Pensamos que tenemos la razón y que
contamos con todas las garantías para vencerlos con nuestros argumentos. Lo
peor es cuando nos creemos facultados para atacar a las tinieblas, sin
considerar al Señor, cosa que ni siquiera el arcángel Miguel se atrevió a hacer
contra Lucifer: “8 No obstante, de la
misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad
y blasfeman de las potestades superiores. / 9 Pero cuando el arcángel Miguel
contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se
atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te
reprenda.” (San Judas 8,9)
El rey atacó a los filisteos, lo que fue una imprudencia
con el enemigo. El enemigo debe ser respetado, pues es tan inteligente, capaz y
hábil como nosotros. Jamás debemos infravalorar al enemigo.
- El enemigo es de varios tipos.
“5 Entonces los
filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil
hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del
mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. / 6 Cuando los
hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en
aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en
cisternas. / 7 Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y
de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él
temblando.” (1 Samuel 13:5-7)
Los filisteos se
reunieron con todo su ejército para pelear contra Israel: 30.000 carros, 6.000
hombres a caballo y una gran multitud de pueblo. Subieron y acamparon en
Micmas, al oriente de Bet-avén. Al ver los israelitas que estaban en gran aprieto,
se escondieron en cuevas, fosos, peñascos, rocas y cisternas. Incluso algunos atravesaron
el Jordán y huyeron a Gad y Galaad. Pero el rey permaneció en Gilgal, y el
pueblo le seguía con miedo. Indudablemente aquí se puede ver que Israel no era
un pueblo guerrero ni tan fiero como los filisteos.
Los hebreos
tuvieron miedo y huyeron del enemigo. Es lo que muchos seres humanos hacen
cuando se encuentran en aprietos, cuando se enfrentan a un enemigo que
consideran mayor a sus fuerzas. Nuestros enemigos pueden ser externos o
internos. Los de más temer son estos últimos. Una persona puede atacarnos
físicamente o hablar mal de nosotros, sembrar una mentira sobre nuestra
persona, pero aquello tiene solución y lo podemos ignorar. Actualmente aumenta
la delincuencia y todos estamos en peligro si no nos precavemos de andar a
horas y en lugares peligrosos. Pero los enemigos internos, como la cobardía, la
intolerancia, el perfeccionismo, el orgullo, la blandura de carácter, la
carnalidad, la impaciencia o la indiferencia, son mucho más difícil de
enfrentar, resolver y superar. A veces se esconden de nosotros, los negamos y
nos acechan, atentando contra la convivencia social.
Los discípulos
de Jesús libramos una guerra contra tres tipos de enemigos, a saber: el diablo,
el mundo y nuestra propia carne. Dice San Juan: “15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él. / 16 Porque todo lo que hay en
el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. / 17 Y el mundo pasa, y sus
deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17)
El pueblo huyó del enemigo, lo cual fue una cobardía.
Es importante saber distinguir nuestros verdaderos enemigos, que los hay externos
e internos, y estos últimos son los más difíciles de derrotar.
- El enemigo no debe asustarnos.
“8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que
Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.
/ 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el
holocausto. / 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel
que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. / 11 Entonces Samuel dijo:
¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y
que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban
reunidos en Micmas, / 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a
Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí
holocausto. / 13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste
el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová
hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. / 14 Mas ahora tu reino
no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual
Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has
guardado lo que Jehová te mandó. / 15 Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a
Gabaa de Benjamín.” (1 Samuel 13:8-15)
El rey Saúl
esperó una semana en Gilgal que viniera el profeta Samuel a acompañarle, pero el
pueblo comenzó a desertar. Ante este problema, Saúl ordenó traer holocausto y
ofrendas de paz. Estaba terminando de ofrecer el holocausto y Samuel llegó.
Salió a recibirle y para saludarle, pero el profeta le dijo “¿Qué has hecho?” El
rey respondió que, viendo que el pueblo desertaba, que él no venía en el plazo
señalado y que los filisteos estaban a punto de atacar, decidió implorar al
Señor.
Samuel dijo a
Saúl que había actuado como un demente, que no había guardado el mandamiento de
Jehová. El Señor hubiera confirmado su reino sobre Israel para siempre, pero ahora
su reino no sería duradero. Le dijo que Jehová buscaba un varón conforme a su
corazón, designado para ser príncipe sobre Su pueblo.
Y Samuel regresó
a Gabaa de Benjamín.
¿Por qué el
profeta Samuel le dijo al rey Saúl que había actuado como un demente y que no
había guardado el mandamiento de Jehová? Saúl sintió miedo porque vio que el
pueblo desertaba y no tendría ejército para combatir al enemigo. Además él
mismo había iniciado la guerra atacando a Filistea. Se sintió solo porque no
venía el profeta a apoyarle, es decir que su confianza se basaba en la compañía
del pueblo y de Samuel, y no tenía confianza en Dios. Tuvo tanto miedo de que
los filisteos lo atacaran, que decidió implorar al Señor. Al hacerlo mostraba
desesperación y no fe; aunque hiciera holocausto y rogativas y presentara
ofrendas a Dios, quizás estaba confiando más en sus propias acciones rituales
que en el Señor mismo.
Samuel expresó
que Jehová buscaba “un varón conforme a su corazón” y por lo visto él no tenía
ese corazón. Le faltaba valentía y confianza en el Señor, ver más allá de sus
capacidades y de las circunstancias, ser más espiritual y menos carnal.
Dios también
busca en nosotros esas cualidades. Él quiere que seamos varones y varonas
“conforme a Su corazón”. ¿Cuáles son las características de ese corazón? 1) Un
corazón lleno de fe, que confía en el poder de Dios, que cree que Él está con
Su pueblo, que tiene convicciones y no es cobarde sino valiente; 2) Un corazón
en paz, limpio por la sangre de Jesucristo, que no se siente culpable, que cree
en el perdón de Dios, que no se juzga a sí mismo ni a los demás, un corazón en
la Gracia; 3) Un corazón lleno de amor a Dios y al prójimo, que tiene
misericordia, que está siempre dispuesto a servir; y 4) Un corazón con
esperanza que conoce el legado del Señor Jesucristo y se goza en la vida eterna:
“Pelea la buena batalla de la fe, echa
mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la
buena profesión delante de muchos testigos.” (1 Timoteo 6:12)
El rey Saúl tuvo miedo, cosa que jamás debe
sucedernos sino estar preparados para pelear la buena batalla y tener un corazón
que no teme al enemigo y confía en Dios. El enemigo no debe asustarnos.
- El enemigo siempre merodea.
“Y Saúl contó
la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres. / 16 Saúl, pues, y
Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de
Benjamín; pero los filisteos habían acampado en Micmas. / 17 Y salieron
merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón
marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual, / 18 otro escuadrón
marchaba hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que
mira al valle de Zeboim, hacia el desierto. ” (1
Samuel 13:16-18)
Al contar Saúl cuántos
estaban con él, resultaron ser 600 hombres. El rey, su hijo Jonatán y el pueblo
que estaba con ellos se quedaron en Gabaa de Benjamín. Los filisteos acamparon
en Micmas.
Los filisteos
enviaron tres grupos de “merodeadores”: uno por el camino de Ofra hacia la
tierra de Sual, es decir al norte; otro hacia Bet-horón, al oeste, y otro hacia
la región que mira al valle de Zeboim, o sea al este. Merodear es andar por los
alrededores de un lugar, con malas intenciones, curioseando o buscando algo.
Los merodeadores filisteos eran verdaderos espías en Israel que se dirigieron a
distintos puntos de Israel, para informarse del estado del pueblo, los planes y
recursos de guerra que pudieran tener. Eran los filisteos unos infiltrados en
la tierra del Señor.
¿Cuáles son los
actuales “merodeadores” de la Iglesia y los cristianos?
1)
Los merodeadores eclesiales: Es
lamentable que haya hermanos que se dedican a merodear, vigilar, espiar las
costumbres, creencias, liturgias y doctrinas de las congregaciones, no
permaneciendo definitivamente en ninguna. Los mueve una curiosidad malsana,
deseosa de criticar, no se proponen edificar a la hermandad sino más bien
destruyen con críticas y palabras de desconfianza. Estos merodeadores
eclesiales van y vienen, no crecen en su fe, son inconstantes y piedras de
tropiezo para los nuevos creyentes.
2)
Los merodeadores chismosos. Personas no
creyentes que se dedican a observar la vida de los cristianos con la intención
de descubrir algún defecto, pecado o debilidad, para luego murmurar de ellos,
descalificarlos y desacreditar su fe. No están pendientes de nuestro testimonio
cristiano sino de aquello en que podamos caer.
3)
Los merodeadores malintencionados.
Desean burlarse de Dios y de nuestra fe, utilizando la tentación como un arma
para hacer caer de su fe a los creyentes. Tientan con sexo, bebidas
alcohólicas, drogas, lenguaje grosero y conversaciones impropias, murmuración y
todo lo que pueda sacarnos de una vida equilibrada, acorde con los principios
de Dios.
4)
Los merodeadores espirituales. Espíritus
inmundos de las tinieblas que atacan al cristiano durante la oración, en
sueños, en momentos de fatiga física o debilidad emocional. El mismo diablo es
un merodeador: “Sed sobrios, y velad;
porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8)
Como los filisteos enviaron “merodeadores” a
Israel, nosotros también somos merodeados por diversos enemigos. El enemigo de
nuestras almas siempre merodea.
- El enemigo quiere desarmarnos.
“19 Y en toda la tierra de Israel no se hallaba
herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan
espada o lanza. / 20 Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los
filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su
hoz. / 21 Y el precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y
la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las
aguijadas. / 22 Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni
lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto
Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían. / 23 Y la guarnición de los filisteos
avanzó hasta el paso de Micmas.” (1 Samuel 13:19-23)
Los filisteos impidieron
que los hebreos hicieren espadas y lanzas, haciendo que no hubiese herreros en
Israel. Por eso los israelitas debían acudir a los filisteos para trabajos en
metal como afilar la reja del arado, el azadón, el hacha o la hoz. Estos trabajos
se hacían a un alto precio: por reparar un arado o azadones cobraban un “pim”,
es decir 8 gramos de plata; por afilar hachas o arreglar aguijadas, cobraban la
tercera parte de un “siclo”, correspondiente a 4 gramos de plata.
Por lo tanto el
día de la batalla Israel no contaba con espadas y lanzas, salvo el rey Saúl y su
hijo Jonatán. El destacamento filisteo avanzó hasta el paso de Micmas.
Fueron hábiles
los filisteos al impedir a los hebreos tener armas. Para hacer la guerra se
necesitan armas, no basta con el propio cuerpo, sobre todo si el enemigo cuenta
con buen armamento. Así los ejércitos de las naciones mantienen un equilibrio
bélico, teniendo la misma cantidad y capacidad armamentista. Los enemigos de
Israel ingeniaron estrategias para que Israel no se armara: a) Impidieron que
tuvieran herreros; y b) Cobraron precios altos por reparar viejas armas. El
resultado fue un pueblo sin capacidad de ataque y defensa.
En el caso de
los cristianos –porque siempre debemos buscar la lección espiritual que nos
entrega el Antiguo Testamento –el enemigo de nuestras almas buscará desarmarnos
para que no peleemos “la buena batalla de la fe” (1 Timoteo 6:12). Él sabe que sin las armas espirituales no podremos
salir victoriosos y necesitamos fortalecernos con el poder del Señor. Las armas
con que Él, nuestro General, nos equipa nos dan Su fuerza. El Apóstol nos
describe una verdadera “armadura” para defendernos del “merodeador” que anda al
acecho nuestro. La guerra de los cristianos no es como la que sostenía Israel
con Filistea, que era una guerra física, sino que es una guerra espiritual.
Nuestros enemigos son invisibles. Para defendernos y atacarlos tenemos las
siguientes armas: 1) Faja, la verdad de Cristo y el Evangelio; 2)
Coraza, la justicia de Dios en Cristo; 3) Calzado, el Evangelio de
la paz; 4) Escudo, la fe en el Dios Todopoderoso; 5) Yelmo, la salvación por fe en Jesús; 6) Espada, la Palabra de
Dios; y 7) Lanza, la oración.
Cuidemos las
armas que el Señor nos ha dado, vistiéndonos cada día con la “armadura de
Dios”: “10 Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. / 11 Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo. / 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. /
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el
día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. / 14 Estad, pues, firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, /
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. / 16 Sobre todo,
tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del
maligno. / 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que
es la palabra de Dios; / 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en
el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos” (Efesios 6:10-18)
El enemigo inhabilitó a los hebreos quitándoles
armas. Siempre el enemigo va a querer desarmarnos. Las armas del cristiano son
una verdadera armadura que nos protege de los enemigos espirituales.
ENSEÑANZAS DE VIDA:
1) Discernir cuáles son nuestros enemigos externos e internos.
2) Respetar al enemigo.
3) Enfrentar a nuestros enemigos con
valentía y fe en Dios.
4) Utilizar toda la armadura de Dios
para la batalla espiritual.
5) Identificar los merodeadores del
cristiano y la Iglesia.
CONCLUSIÓN.
El capítulo 13 de 1 Samuel nos enseña
algunas claves a considerar en la relación con nuestros enemigos: 1) El enemigo debe ser respetado; 2) El
enemigo es de varios tipos; 3) El enemigo no debe asustarnos; 4) El enemigo
siempre merodea; y 5) El enemigo quiere desarmarnos.
PARA TRABAJAR EN EL
CENÁCULO:
1)
¿Ha tenido enemigos y cuál ha
sido su relación con ellos?
2)
¿Cuáles considera sus enemigos
internos?
3)
¿Por qué debemos respetar al enemigo?
4)
¿Qué elemento de la armadura de Dios, a su juicio, es
el más importante?
5)
¿Cuál
ha sido su mayor batalla espiritual?
6)
¿Contra qué “merodeadores” ha debido luchar
durante su vida cristiana?
7)
¿Qué enemigos le asustan?
8)
¿Cómo juzga usted la actuación
de Saúl y Jonatán en este capítulo?
9) ¿Cuál es la intención del enemigo al
merodearnos?
10) ¿Por qué Satanás quiere desarmarnos?
11) ¿Por qué a Samuel no le pareció bien
que Saúl ofreciera holocausto y ofrendas de paz, cuando
se vio en apuros con los filisteos?
12) ¿Cuáles son las características de un corazón conforme al corazón de
Dios?
13) ¿Qué diferencia hay entre la guerra de los israelitas y la guerra de
los cristianos?
14) ¿Qué podemos hacer con los distintos tipos de merodeadores:
eclesiales, chismosos, malintencionados y espirituales?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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Publishers.
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· (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
· “Watchtower, Biblioteca en Línea” Disponible en http://wol.jw.org/es/wol/h/r4/lp-s
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