IV PARTE
Lectura bíblica: Jonás 1:1-10
Propósitos de la charla: a) Comprender qué es la salvación; b) Reconocer al Autor de nuestra salvación; c) Identificar los beneficios de la salvación.
“1 Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, 2 y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste. / 3 Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. / 4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo. / 5 Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; El alga se enredó a mi cabeza. / 6 Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. / 7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. / 8 Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. / 9 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. / 10 Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.” (Jonás 2:1-10)
Usted está disfrutando del sol estival en la arena de un balneario. De pronto escucha los gritos de alguien que se ahoga en el mar. Esa persona sufre de un calambre y no puede seguir nadando, se desespera, mueve sus extremidades, se hunde, traga agua, ve la muerte ante sí. Necesita ser “salvada” de ahogarse.
Una mujer joven camina de noche de regreso a su casa por un parque, de pronto siente los pasos de personas tras suyo. Se apura. Luego unas voces masculinas le hablan cosas impropias. Asustada se pone a correr para huir del peligro. Necesita ser “salvada” de esos maleantes.
Su vecino ha ido adquiriendo deudas por compromisos comerciales y estas alcanzaron tal punto que llegan a su casa los acreedores y la policía para embargar sus pertenencias. Necesita ser “salvado” de esa crisis.
La idea de “salvarse” está presente en toda circunstancia límite. Cuando la Sagrada Escritura habla de “salvación” se refiere a la liberación espiritual del ser humano. El hombre necesita ser librado de: a) el reino de las tinieblas; b) Satanás; c) el pecado; d) la culpa; e) el Infierno. La salvación la ha dado Dios en el sacrificio de Jesucristo en la cruz. La cruz de Cristo es el “salvavidas” que Dios ha lanzado a la Tierra para la salvación de la Humanidad.
Por eso Dios llama al hombre y lo hace a través de Jesucristo. Esto es porque los seres humanos andamos lejos de Él. Dios ama al hombre y esto se refleja en el sacrificio de Su Hijo Jesucristo en la cruz. Lamentablemente la condición del ser humano es el pecado o desobediencia a la Ley de Dios. Tanto el llamado como el amor de Dios apuntan a la salvación del hombre; y el pecado requiere urgentemente de ella. En la presente lección queremos responder algunas interrogantes básicas sobre “la salvación”:
¿Quién da la salvación?
¿Quién es el autor de la salvación?
¿Qué produce la salvación?
1. ¿Qué es la salvación?
a) La salvación es un don o regalo de Dios para ti.
El más maravilloso regalo que puede recibir una persona es el regalo que Dios da: la salvación. ¿Despreciaría usted un regalo así, sólo por el hecho de no comprender Su generosidad? Los humanos siempre valoramos más algo que obtenemos por esfuerzo. Sólo la fe nos puede hacer valorar este regalo, el don de la salvación. Apreciemos este regalo “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9)
b) La salvación es un nuevo nacimiento.
Todos los seres humanos nacen y mueren, y lo hacen una sola vez. Pero en el plano espiritual podemos nacer por segunda vez. En Rehabilitación se dice que la vida como persona con una discapacidad es una nueva vida que implica un nuevo nacimiento psicológico. Por ejemplo, quien resulta ciego por un accidente, tiene que cambiar su actitud ante la vida y aceptar que ahora será sin vista, tiene que nacer como ciego. En el caso de la espiritualidad, los cristianos nacemos a una nueva vida, una nueva manera de pensar, una nueva manera de sentir, de vivir, con otros valores, pero sobre todo con otro espíritu en nosotros, el Espíritu Santo. Por eso, cuando Nicodemo le preguntó a Jesús qué debía hacer para entrar en el Reino de Dios, “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (San Juan 3:3)
2. ¿Quién da la salvación?
a) Dios nos da la salvación.
Nadie puede salvarse a sí mismo. La salvación no la recibimos de otra persona ni de un personaje importante, tampoco de un ídolo o dios de otra creencia, sólo la recibimos de Dios. Es así porque el Único capaz de salvarnos de la condenación eterna es nuestro Creador. Él decidió hacerse humano en Jesucristo, quien “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5)
b) Tus obras no te salvan.
Hay religiones que propician los sacrificios y las obras piadosas para alcanzar la salvación. ¡Cuán equivocados están los que hacen eso! La Biblia es muy clara en cuanto a cómo considera Dios las obras del ser humano. Lo que podríamos considerar muy bueno y hermoso para Dios, tal vez Él lo vea diferente. Este concepto extraña a muchos personas religiosas que dan gran valor a las obras para la salvación. No es que las obras, por ejemplo las de misericordia, sean malas y no debamos practicarlas, sino que éstas no conducen a la salvación sino que son consecuencia de la salvación. Leamos lo que dice la Escritura: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.” (Isaías 64:6)
c) Los caminos humanos no salvan.
Lo anterior debe hacernos reflexionar sobre los métodos que utilizamos pues “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.” (Proverbios 14:12)
d) Jesús es el único Camino a la salvación.
El Camino de Dios es Jesucristo. No hay otro camino o sendero hacia la salvación y vida eterna. Jesús es el único medio de escape del reino de tinieblas. Claramente lo declaró el Hijo de Dios: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan 14:6)
3. ¿Quién es el autor de la salvación?
a) Jesucristo es el Autor de eterna salvación.
La salvación es una obra de Dios, no es una acción humana, aunque la hizo un Hombre llamado Jesucristo, mas Él es Dios. Jesús, como Dios hecho hombre, tuvo que experimentar en su carne humana todos los sufrimientos, necesidades y limitaciones de los seres humanos, por eso la Biblia dice que Él fue perfeccionado. Esto no quiere decir que Él fuera imperfecto, sino que jamás había vivido en carne propia el ser una persona humana. esto era necesario para que fuese un buen Sumo Sacerdote que pudiese comprender nuestra humanidad: “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:9)
b) Jesucristo murió para salvarnos.
Él proveyó para nuestra salvación, derramó su sangre por ti. Todos nuestros pecados –pasados, presentes y futuros – los tomó Jesucristo como Suyos y sufrió en la cruz el castigo que nosotros merecíamos. Por eso la Escritura confirma: “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” (1 Pedro 2:24)
c) Jesucristo padeció para salvarnos.
Así como para salvarnos tuvo que morir, Jesucristo además tuvo que sufrir. Por eso hablamos de “la pasión” del Hijo de Dios. Pasión es la acción de padecer. Los padecimientos de Jesús fueron muchos: fue azotado, golpeado con un palo, coronado de espinas, burlado, crucificado, etc. además de llevar sobre sí todo el pesa de los pecados de la humanidad. Ese padecimiento lo condujo hasta la muerte corporal, pero su espíritu fue vivificado: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18)
d) Jesucristo nos sustituyó en la cruz para salvarnos.
Jesús murió, padeció y nos sustituyó; es decir tomó nuestro lugar en el patíbulo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21)
4. ¿Qué produce la salvación?
a) La salvación nos da vida eterna.
El principal producto de la salvación es que nos brinda la vida de Dios, eso que llamamos vida eterna. En realidad el alma es eterna y por lo tanto todos los seres humanos tienen vida eterna. El único problema es que algunos van a pasar esa vida eterna en el cielo y otros en el infierno. ¿Dónde desea usted estar eternamente? Decimos que la salvación nos da vida eterna porque nos garantiza que pasaremos la eternidad con Dios en el Cielo. La vida eterna sólo la podemos encontrar en Jesucristo: “11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. / 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. / 13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” (1 San Juan 5:11-13)
b) La salvación nos da una vida nueva.
Además de vida eterna, la salvación nos da una vida nueva. Por supuesto esta vida nueva es la vida eterna. ¿En qué consiste la vida nueva? En que el viejo hombre muere –cosa que simboliza el bautismo –y comienza a vivir una nueva criatura dentro de nosotros, el hombre nuevo. Este hombre nuevo es guiado por el Espíritu Santo, tiene la mente de Cristo y desarrolla en nosotros las virtudes de Jesús: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17)
c) La salvación nos libra de tentación.
Junto con darnos la vida de Dios y hacernos nuevas criaturas, la salvación nos libra de las tentaciones del mundo, la carne y el diablo ¿cómo? Al recibir la salvación recibimos el espíritu de Dios, el cual es un poder Divino para tener victoria sobre toda tentación, o sea dominio propio, porque “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:9)
d) La salvación nos da fuerzas para vencer. A la vida eterna, la nueva vida y el poder contra la tentación, se agrega la fortaleza del Señor para vencer pecados y sufrimientos. Ser cristianos no significa dejar de tener problemas sino saber enfrentarlos. Toda circunstancia puede ser superada, no importa cuan difícil sea, Cristo es nuestra fortaleza: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)
CONCLUSIÓN.
En esta enseñanza vimos que la salvación es un don de Dios para todo aquél que crea, que implica un nuevo nacimiento. Aprendimos que es Dios quien nos salva y no nuestras obras, por buenas que sean. Los caminos humanos no salvan, el único Camino es Jesucristo. Él es Autor de eterna salvación, murió para salvarnos, padeció para salvarnos y nos sustituyó en la cruz para salvarnos. La salvación produce vida eterna, vida nueva, nos libra de las tentaciones del mundo y de la carne y nos da fuerzas para vencer. Demos gracias a Dios por una obra tan perfecta como la salvación.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Ha nacido usted de nuevo? ¿Cómo puede comprobarlo en su persona?
2) ¿Qué papel tienen las obras en su vida?
3) ¿Cuál considera usted que es la obra más importante de Jesucristo?
4) ¿Qué rol juega el cristiano en la salvación?
5) Copie los textos a pie de página en su cuaderno y explique por escrito uno de ellos.
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