© Pastor Iván Tapia
“1
Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho
maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza. / 2 Porque convertiste
la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños
para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado. / 3 Por esto te dará
gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas. / 4 Porque
fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio
contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es
como turbión contra el muro. / 5 Como el calor en lugar seco, así humillarás el
orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo
de los robustos.”
(Isaías 25:1-5)
Este capítulo del libro de Isaías es un cántico de alabanza por el favor de Jehová, pero en estos cinco versículos pronuncia algo más que alabanzas. Adora a Dios, pero también revela Su gran poder frente al enemigo.
¿Cuáles son los motivos de alabanza de Isaías en este pasaje bíblico?
a)
Alabanza porque
es Todopoderoso.
El profeta mesiánico Isaías escribe aquí su alabanza para el que reconoce como su Dios: “Jehová, tú eres mi Dios”. No es extraño que todo creyente sincero y verdadero lo haga del mismo modo. ¿Reconoce usted verbalmente al Señor como su Dios? ¿Lo hace durante la oración? El Padre se agrada que lo reconozcamos en Su Divinidad.
Se propone exaltarlo y alabarlo. A veces admiramos tanto a una persona por sus méritos o características que quizás nosotros desearíamos tener. No es envidia sino admiración, entonces lo exaltamos, lo ponemos en un lugar preponderante en nuestra mente y palabras. Ciertamente esto es peligroso; exaltar demasiado a otro ser humano, sin considerar que, así como posee cualidades, también tiene defectos y podemos caer en la idolatría. Sin embargo no es así en cuanto a la exaltación de Dios, pues Él es perfecto y santo y se merece que le digamos: “te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas”. La alabanza son palabras elogiosas, en la Iglesia muchas veces cantada y escrita en forma poética.
Reconoce el profeta que los consejos de
Dios son firmes y verdaderos. La Palabra de Dios es antigua, antiquísima, y su
antigüedad no la hace vieja ni pierde su vigencia. Dice Isaías “tus consejos antiguos son verdad y firmeza.”
¡Cuán sólidos son los principios de Dios! ¡Cuánta Verdad hay en Sus
enseñanzas! El Amor verdadero, ese que se escribe con mayúscula porque proviene
de Dios, es un principio eterno. Y así también la justicia Divina, la paz, la
fe, la esperanza, la santidad. La ciencia del mundo a veces desprecia la
palabra de Dios, desecha el mensaje del Señor, considera que la Biblia es un
libro de mitos y fábulas, porque no ve con los ojos del espíritu, está ciega a
la realidad sobrenatural, a lo invisible, no se da cuenta que es lo que no se
ve lo que gobierna a lo que se ve. Tras esta realidad concreta y a veces
vulgar, está la realidad del Espíritu, limpia y eterna.
b)
Alabanza porque
destruye al enemigo.
Montón es un conjunto de cosas en desorden. Así, dice Isaías, que el Señor convirtió a la ciudad pecadora, en un desorden. Siendo una ciudad tan fuerte, con buenas defensas, murallas que la fortificaban, no resistió el ataque enemigo y quedó en ruinas. Fue destruida y derrotada por sus enemigos. Alaba a Dios por ello, le dice “Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina” Él se pone de parte de Dios y cree que es justo lo que el Señor hizo. Actualmente nadie da gracias porque fracase o se destruya una ciudad, una familia, una organización o una persona, a causa de su pecado. Hacerlo es políticamente incorrecto. Quizás hay cierta hipocresía en nosotros cuando nos condolemos o defendemos a los enemigos de Dios. Tanto se ha dicho que Dios es amor y que el Evangelio es un mensaje de amor, que nos hemos convencido que por ningún motivo debemos alegrarnos de la caída del malo. Pero si somos sinceros, Dios retribuye al impío por su pecado y eso es justo.
La palabra “alcázar” es de origen árabe y significa castillo fortificado y amurallado situado en un lugar estratégico. El Señor desbarató “el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado” Ante esto el profeta está gozoso y alaba a Dios por Su victoria. ¿Alaba usted al Señor cuando vence el bien sobre el mal, o se conduele del malvado? No tengamos una falsa imagen del cristianismo; no llevemos la doctrina del amor a la completa tolerancia. Hay pecado que no se puede tolerar. No tolero el narcotráfico ni el consumo de drogas, no tolero el abuso de menores ni la pornografía, no aplaudo lo que hoy se llama diversidad sexual y ayer sodomía, entonces soy motejado de intolerante. Isaías, el profeta del Antiguo Testamento, fue intolerante con el pecado y alabó a Dios cuando Éste lo castigó.
Hay poderosos motivos de dar gloria a
Dios, de levantarnos y unirnos a las huestes celestiales para adorar al Eterno.
Nosotros, los creyentes en Jesucristo el Señor, somos el “pueblo fuerte” del
que habla el profeta. Hay quienes aparecen como robustos porque tienen dinero,
fama, poder y hablan fuerte, mas son débiles pues Dios no vive en sus
corazones. ¿Quiénes son las verdaderas “gentes robustas”? Los que temen al
Señor y le sirven con sinceridad y fe cada día. Dios es Padre de Su creación y
de Sus hijos, pero también es Señor y hace Su voluntad ejerciendo justicia en
el universo, “Por esto te dará gloria el
pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas.”
c)
Alabanza porque
sostiene al afligido.
Como Padre es bueno y misericordioso, se
conduele del oprimido, del pobre, del enfermo, del que sufre y es para ellos su
fortaleza. Escribe el profeta: “Porque
fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio
contra el turbión, sombra contra el calor” El turbión es un aguacero muy
violento acompañado de fuerte viento; al pobre que no tiene una vivienda bien
protegida y sobre todo para quienes viven en zonas semidesérticas, el turbión
es amenazante, tanto como el excesivo calor. El turbión y el calor están
representando las circunstancias difíciles de la vida, las que podemos soslayar
sólo con Dios.
d)
Alabanza porque
humilla al soberbio.
Luego compara el turbión con el ímpetu que tienen las personas violentas: “porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro.” Los que amenazan, agreden tanto física como verbalmente, los agresivos, los que no procuran la paz, son quienes destruyen la convivencia social y no contribuyen a la armonía sino que ensucian el ambiente, traen oscuridad porque son hijos de las tinieblas. Los creyentes traemos luz y paz, no oscuridad y turbación. Por tanto no somos como el turbión sino como una brisa fresca.
Dice que el Señor humilla al orgulloso y lo hará con aquellos que son extraños a nuestro medio y sólo traen su soberbia: “Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños” Una vez más la Palabra de Dios nos habla sobre lo pernicioso que es el orgullo y cuánto lo detesta el Señor. Él quiere en nosotros humildad.
Esos robustos orgullosos, los inflados de soberbia, serán aplastados por Dios: “y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.” Serán brotes marchitos por el fuego de Dios. El Espíritu Santo se encargará de acallar sus voces, detener sus acciones necias y deshacer toda su vanidad.
CONCLUSIÓN
El profeta nos ejemplifica en este texto
cuatro motivos de alabanza a Dios: a) Porque es Todopoderoso y Verdad; b)
Porque destruye al enemigo; c) Porque sostiene al afligido; y d) Porque humilla
al soberbio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario