domingo, octubre 25, 2020

EL IMPÍO HUYE ESPANTADO

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 16

 Templo moabita construido hace 3.000 años, cerca de Madaba, a 40 kms. al Sur de Amán.


© Pastor Iván Tapia

El impío huye espantado como ave de su nido.

“1 Enviad cordero al señor de la tierra, desde Sela del desierto al monte de la hija de Sion. / 2 Y cual ave espantada que huye de su nido, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón. / 3 Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes. / 4 Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra. / 5 Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.” (Isaías 16:1-5)

En una época anterior Moab había tributado a Jerusalén. Por eso el profeta dice “Enviad cordero al señor de la tierra, desde Sela del desierto al monte de la hija de Sion.” Le aconseja que vuelva a tributar, que se someta a la autoridad humana y espiritual de Judá, como una manera de evitar el desastre. Sela estaba situada en el gran valle que se extiende entre el Mar Muerto y el Mar Rojo, cerca del monte Hor y del desierto de Zin. Esta ciudad edomita era llamada “la Roca”, capital de Edom. Cuando estamos en peligro debiéramos preguntarnos qué quiere el Señor de nosotros; tal vez es el momento de reconciliarnos con Él y ofrendarle adoración y confesión de pecados.

El Reino de Moab vive confundido, débil y vulnerable. Sus habitantes en el paso del río Arnón son semejantes a pájaros asustados huyendo del nido. Así los ve el profeta, arrancando de sus enemigos y pidiendo ayuda a los judíos, que los protejan y defiendan, que extiendan su mano y los socorran, ofreciéndoles asilo pues han sido desterrados. Este grito se escucha también hoy día de muchos extranjeros que llegan a otras tierras, perseguidos por el hambre, la injusticia, un mal gobierno o las opciones políticas. También estos claman por asilo frente al destructor. Es deber cristiano, deber de amor, tener misericordia y acogerlos, ayudarlos. La Iglesia debe comprometerse en ello.

Isaías se compadece de los moabitas y pide a los gobernantes judíos que esconda a los desterrados. Él desea que Israel sea un lugar de refugio para ellos. Quizás alguna vez, al final de los tiempos, Israel desterrada, requiera de la protección de Moab.

Dice el Señor “porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.” Este es el destino de los que atormentan, devastan y pisotean; no permanecerán sobre la tierra, serán eliminados. ¿Cuántos han atormentado a otros seres humanos durante guerras, dictaduras y revoluciones? Pisotearon y en muchos lugares del planeta lo hacen en este instante a sus semejantes en sus derechos porque son pobres, aborígenes o de color. Devastar es arruinar y destruir por completo un territorio; hay países que hacen la guerra a uno más débil en ejército y población, devastándolo completamente; hay potencias que abusan de países subdesarrollados y devastan sus poblaciones y economías. Es indudable que Dios les juzgará.

Luego profetiza que un descendiente de la casa de David reinará. Su Reino tendrá las siguientes características:

a)      “dispondrá el trono en misericordia” Estará fundado en la misericordia.

b)      “sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David” Será un Reino sólido y firme.

c)      “quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.” Será Rey y Juez, un Juez honrado que establecerá la justicia, la que hará llegar prontamente.

 

Es indudable que Éste es Jesucristo, el Mesías, el Ungido del Señor, que vendrá cuando se cumpla el tiempo. Ya vino como Salvador y volverá como Juez y Rey. Moab, como todo impío, debe mirar al Cristo, volverse a Dios. Es la última oportunidad que se le da. Ahora depende de él someterse y salvarse o rebelarse y condenarse para siempre. Pero es probable que, así como huye del peligro, también huya del Señor “cual ave espantada que huye de su nido”.



(Fragmento del capítulo 16 de "Isaías, el Profeta Mesiánico")

No hay comentarios.: