domingo, noviembre 10, 2019

TRANSFORMADOS A SU SEMEJANZA.


EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 9

 

 

© Pastor Iván Tapia 

Lectura bíblica: “1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. / 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. / 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”  (1 Juan 3:1-3) 

Idea central: La transformación del cristiano. 

Objetivos: a) Conocer, valorar y agradecer el llamado de Dios a la transformación o metamorfosis en Cristo; b) Comprender que Dios nos hace Sus hijos, parte de Su familia eterna; c) Comprender que el Padre quiere asemejarnos a Su Hijo, nuestro Modelo y Espejo; y d) Comprender la importancia y disponernos a la purificación mental, moral y espiritual que Dios quiere operar en nosotros. 

Resumen: Dios llama a todo cristiano a un proceso de transformación mental, moral y espiritual, que culminará en los cielos siendo transformado aún nuestro cuerpo, a semejanza de Cristo. Para ello Dios lo hace parte de Su familia eterna, les asemeja a Su Hijo, y purifica por medio de Su Espíritu.
 

S
i trajéramos estas palabras del apóstol Juan al tiempo presente, nos daríamos cuenta de que son muy profundas y están vigentes. Hablan del gran amor que Dios Padre tiene hacia los seres humanos y cómo quiere hacerlos parte de Su familia celestial. Dios nos llama para unirnos a Él en Cristo. Un día estaremos para siempre en los cielos y para ello estamos experimentando una transformación paulatina. 
 

¿En qué consiste la transformación que Dios nos hace? 

1.      Nos hace parte de Su familia eterna.

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.”  (1 Juan 3:1) 

a)      El amor de Dios.

¡Cuánto ama Dios al ser humano! Esta es una reflexión permanente del apóstol Juan, desde el momento que toma estas palabras de Jesús: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan 3:16 

Así lo expresan los siguientes textos: 

·         “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.” (San Juan 15:9) 

·         “9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. / 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 4:9,10) 

·         “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4:16) 

·         “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19) 

Dios ama tanto al ser humano que frente a su pecado no lo elimina sino que baja a su realidad, se hace hombre y siente con él; toma su lugar frente a la Ley y se sacrifica por él. Y más allá de esto, a quienes le creen y aceptan los hace Sus hijos:  

b)      El nuevo nacimiento.

“12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; / 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (San Juan 1:12,13) 

Es interesante este comentario que hace San Juan, quizás contrario a lo que muchas personas piensan; los creyentes en Su Hijo pasan a ser llamados “hijos de Dios” porque han sido engendrados espiritualmente, han experimentado un nuevo nacimiento. ¿Es que los demás seres humanos no son “hijos de Dios”? Aunque esta idea repugne a algunos, Juan así lo afirma. Ciertamente todo ser humano ha sido creado por Dios, es el Creador de todas las cosas y en cierto modo es Padre de todo, pero desde el momento en que el hombre se rebeló contra Él, Dios ya nos es su padre sino el diablo:  

c)      Paternidad espiritual.

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (San Juan 8:44) 

Desde el punto de vista espiritual sólo hay dos padres: El Padre Celestial y el padre de mentira. Así también dos tipos de hijos: Los hijos de Dios y los hijos del diablo. Que Dios Padre, a pesar de nuestras rebeliones y pecados, se fijara en nosotros y quisiera salvarnos de la condenación y tiniebla, es la gran demostración de cuánto nos ama, lo valiosos que somos para él.  

d)      La comprensión del mundo.

El mundo no puede comprender tan grande amor, tampoco la filiación del cristiano con Dios, el nuevo nacimiento. Para los no creyentes es locura, cambio de religión, renuncia a la tradición familiar o cultural, hasta una ofensa, etc. Sólo quien vive ese encuentro espiritual con el Hijo de Dios, Jesucristo, puede entenderlo. El mundo ve el resultado, lo externo, la obra, el testimonio, pero no puede ver, sentir ni comprender la experiencia de conversión cristiana; “por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” 

Dios nos hace parte de Su familia eterna, desde el momento en que nos traslada al Reino de Su Hijo.
 

2.      Nos asemeja a Su Hijo.

 “2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”  (1 Juan 3:2) 

a)      Ahora somos hijos de Dios.

San Juan reitera que, desde el día en que nos convertimos a Cristo, nacimos de nuevo y ahora somos hijos de Dios. Esto significa que antes teníamos otro estatus ante Dios; éramos criaturas de Dios pero espiritualmente aún no éramos Sus hijos.  

b)      Seremos semejantes a Cristo.

Pero Juan habla de otro nivel, diferente y mayor al actual, diciendo “aún no se ha manifestado lo que hemos de ser”. Hoy los cristianos tenemos en nuestro interior el Espíritu de Dios, el cual no lo poseen los no creyentes; puede que esté cerca de ellos, junto a ellos, “sobre” ellos, pero no dentro de ellos, habitando en sus vidas. Dice el profeta “...derramaré mi espíritu sobre toda carne...”  (Joel 2:28) El Espíritu Santo quiere entrar en cada ser humano, mas para ello hay que reconocer que se es pecador y entregar la vida a Jesús.  

¿En qué consiste ese otro nivel de desarrollo al que se refiere Juan? Lo explica así: “cuando él se manifieste, seremos semejantes a él”. No se refiere sólo a un estado corporal nuevo, un cuerpo glorificado, o sea un cuerpo no sometido al pecado, sino incorruptible, glorioso, poderoso y en completa armonía con el Espíritu Santo. Esa semejanza será también en virtudes. Seremos como Él: pacientes, bondadosos, humildes, delicados, altruistas, serenos, joviales, compasivos, magnánimos: 

·         20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; / 21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Filipenses 3:20,21 

·         “42 Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. / 43 Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. / 44 Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.” (1 Corintios 15:42-44) 

Se debe aclarar que esta transformación no nos hará “dioses”, continuaremos siendo humanos, pero purificados. A su vez, Jesucristo será el Cristo encarnado para siempre. Así como no tendremos más fallas morales, no volveremos a sentir dolor, nos regocijaremos en Dios y reposaremos en Él eternamente. 

c)      Le veremos tal como él es.

En esta vida sabemos de Jesús y Sus virtudes por lo que nos cuenta la Escritura, pero en aquel día le veremos directamente, podremos disfrutar en persona, cara a cara, con Su maravillosa presencia. Así como admiramos a otras personas por sus cualidades y las imitamos, cuando Cristo venga y lo veamos directamente como Él es, toda nuestra admiración será a Su Persona y querremos ser como Él. 

Dios nos asemeja a Su Hijo por medio de la operación de Su Espíritu en nosotros y de Su Palabra.
 

3.      Nos purifica.

 “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”  (1 Juan 3:3) 

a)      Sentido y definición de la pureza en Cristo.

Si tenemos la maravillosa esperanza de la eterna salvación y que viviremos con Jesús  para siempre, entonces buscaremos la purificación de todo pensamiento, sentimiento y acción; procuraremos alejarnos de todo aquello que pueda hacernos caer en pecado, y lucharemos con toda la fuerza, la mente y el corazón para preservarnos en Cristo.  

Abrigamos la esperanza de una total transformación, a semejanza de Jesús; queremos llegar a ser tan puros como Él. Se llama “puro” a algo o alguien que no tiene mezcla de otra cosa o conserva su naturaleza original; en la naturaleza es aquello que no tiene mezcla de sustancias sucias, contaminantes o elementos extraños perjudiciales. Es deseable el agua pura para la alimentación, también el aire exento de contaminantes que dañen los pulmones y la sangre. En el área espiritual se nos pide la pureza, que es parte de la santidad. 

b)      La gente sin Dios está llena de impurezas:

·         17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, / 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; / 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.” (Efesios 4:17-19) 

·         “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.” (Tito 1:15) 

·         “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” (Santiago 4:8) 

c)      Jesucristo en la cruz nos declaró santos y puros:

·         “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” (Tito 2:14) 

·         “2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;  / 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:2,3) 

·         Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” (Hebreos 9:22) 

d)      El Señor nos purifica durante todo el tiempo de nuestra peregrinación en esta Tierra:

·         “25...Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, / 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”  (Efesios 5:25,26)

 

·         “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” (Santiago 1:27) 

·         “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17) 

·         “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5) 

e)      El Espíritu Santo desea presentarnos en las Bodas del Cordero, como una virgen pura:

·         “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.” (2 Corintios 11:2) 

Dios nos purifica día a día por la acción de Su Espíritu, pero también nos involucra en ese trabajo, para el cual debemos ocupar nuestra voluntad.
 

APLICACIÓN.

Valoremos el amor que Dios nos prodiga y permanezcamos fieles a Él; valoremos que el Padre haya querido hacernos partícipes de Su familia como verdaderos hijos de Él.  

Esforcémonos en imitarle en todo aspecto, viviendo el amor verdadero y procurando desarrollar toda virtud cristiana, siendo pacientes, bondadosos, humildes, delicados, altruistas, serenos, joviales, compasivos y magnánimos con nuestro prójimo. 

Gocémonos en la esperanza de que un día seremos totalmente transformados, no sólo en lo mental y moral, sino también corporalmente. Él nos dará un cuerpo incorruptible, glorioso, poderoso y plenamente sujeto al Espíritu Santo.

Disfrutemos desde ya el que un día podremos verle cara a Cara y sólo querremos imitarle. 

Purifiquémonos de todo pecado, pensamiento sucio, acción innoble o que ofenda al Señor. 
 

CONCLUSIÓN.

Dios nos ha hecho un llamado maravilloso en Cristo, es un llamado, entre otras cosas, a la transformación. Esta consiste en que Dios: 1) Nos hace parte de Su familia eterna, hijos de Él; 2) Nos asemeja a Su Hijo, nuestro Modelo y Espejo; y 3) Nos purifica de toda contaminación mental, moral y espiritual.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué importancia tiene la transformación en la vida cristiana?

2)      ¿Qué virtud de Jesucristo le resulta más difícil de imitar?

3)      ¿En qué consistirá la transformación final que hará el Señor en los cristianos?

4)      ¿Qué significa “sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”?

5)      ¿Qué experiencias personales le han hecho comprender mejor el gran amor de Dios?

6)      ¿Según la Biblia, en la eternidad, tendremos cuerpo o seremos sólo espíritus?

7)      ¿Ha conocido casos de adopción y qué opinión tiene de ellos?

8)      ¿Cómo “vemos” hoy al Señor?

9)      ¿En qué aspectos puede la educación transformar a una persona?

10)  ¿Quiere usted pertenecer a la familia eterna de Dios?

11)  ¿Qué debe hacer un discípulo para purificarse de pecados, pensamientos sucios y acciones innobles que ofenden al Señor?

12)  ¿Qué implica que Jesús sea nuestro Modelo y Espejo?

13)  ¿Cómo nos purifica Dios de toda contaminación mental, moral y espiritual?

14)  ¿Cómo resumiría esta enseñanza?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”


·         https://www.biblegateway.com

·         https://www.tms.edu/es/blog/como-seran-nuestros-cuerpos-glorificados/

·         http://es.gospeltranslations.org/wiki/Seremos_Semejantes_a_%C3%89l

 

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