LA FE REFORMADA.
TEMA V
© Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: “17 Aconteció un día, que él estaba
enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales
habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el
poder del Señor estaba con él para sanar. / 18 Y sucedió que unos hombres que
traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle
adentro y ponerle delante de él. / 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de
la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el
lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. / 20 Al ver él la fe de ellos, le
dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. / 21 Entonces los escribas y los
fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias?
¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? / 22 Jesús entonces, conociendo
los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros
corazones? / 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o
decir: Levántate y anda? / 24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene
potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo:
Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. / 25 Al instante, levantándose en
presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su
casa, glorificando a Dios. / 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban
a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.” (San Lucas 5:17-26)
Idea central: Modo de recibir el perdón
Divino.
Objetivos: a) Comprender y valorar el
perdón como la experiencia espiritual más grande que recibimos de Dios;
b) Comprender los mecanismos que obran para que recibamos el perdón de Dios; c)
Confesar nuestros pecados a Dios; d) Creer en Jesús para recibir Su perdón; e) Tener
un genuino arrepentimiento; y f) Perdonar
a los que nos han ofendido y pedir perdón a los que hemos dañado.
Resumen: Las indulgencias fue
hace siglos un negocio de la Iglesia, escándalo que provocó una grave división
en ella. El tema del perdón de Dios es una doctrina que la Reforma fundamenta
sólo en el acto redentor de Jesucristo. El perdón de los pecados por medio de
la sangre que Jesús, el Salvador, derramó en la cruz es la doctrina de la
justificación. Recibimos el perdón de Dios confesando nuestros pecados,
creyendo en Jesús, arrepintiéndonos y ejerciendo el perdón el resto de la vida.
E
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l 31 de octubre
de 1517, Martín Lutero colgó en la puerta de la catedral de Wittenberg, en Alemania,
un cartel que exponía para la discusión teológica del pueblo, sus “95 tesis
sobre el poder y la eficacia de las indulgencias”. Se llamaba “indulgencia” al perdón de los pecados concedido por
la Iglesia de ese entonces. Con esta acción, que trajo repercusiones
inimaginables al cristianismo y toda la sociedad, se inició el
movimiento de Reforma que se extendió por toda Europa para denunciar la
corrupción y ambición de la élite religiosa, encabezada por el Papa León X, que
utilizaba un sistema comercial de limosnas a cambio de indulgencias y una
supuesta libre entrada al Paraíso.
Siempre ha habido en el ser humano
un anhelo de indulgencia o perdón. El deseo o necesidad de ser perdonados surge
del sentimiento de culpa en la conciencia. Sentimos culpa porque conocemos la
Ley de Dios, Su voluntad, y cuando pecamos nuestra conciencia nos acusa de
pecado. Mayormente si tenemos el Espíritu Santo: “1 Verdad digo en Cristo,
no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo” (Romanos 9:1). El Espíritu Santo muchas
veces acusa de pecado: “7 Pero yo os digo
la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no
vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. / 8 Y cuando él venga,
convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (San Juan 16:7,8).
Toca al ser
humano reconocer su pecado y arrepentirse: “Bautizaba
Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.” (San Marcos 1:4). Juan el Bautista tuvo
esa misión: “Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados” (San Lucas 1:77).
Nuestro primer
deber es arrepentirnos ante Dios y pedirle perdón, pero también debemos pedir
perdón y perdonar a nuestro prójimo, como lo expresamos en la oración: “Y
perdónanos nuestras deudas, como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (San Mateo 6:12)
Hasta aquí,
cualquier religión humana puede ser fuente de un perdón consolador y de buena
convivencia, lo que no asegura la completa eliminación de la culpa del alma del
pecador. Una persona puede comportarse en forma socialmente aceptable pero ese
conjunto de buenas obras no aseguran su perdón eterno y auto engañarse. Otra
puede comportarse mal y no tener conciencia de ello. No podemos basar el perdón
en sentimientos o sensaciones personales; no podemos basar el perdón en la
persona humana.
El ser humano es
pecador, está contaminado y manchado por el pecado. Tal suciedad debe ser
borrada de él. Hay sólo una forma de borrar el pecado. La Reforma del siglo XVI
rescató el mensaje puro del Evangelio, el cual estaba cautivo de una
religiosidad basada en obras, sacramentos, ídolos y todo tipo de tradiciones
humanas, para mostrarnos nuevamente el camino que Dios había revelado
originalmente en Cristo. Se basó en cuatro simples principios: 1) Sólo Cristo,
2) Sólo Escritura, 3) Sólo fe, y 4) Sólo Gracia.
De la lectura
bíblica que encabeza esta lección podemos obtener varias conclusiones:
1)
Jesucristo tiene el poder del Señor: “y el poder del Señor estaba con él para
sanar” (verso 17)
2)
Jesucristo es movido a misericordia con
la fe sencilla del pueblo: “Al ver él la
fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados” (verso 20)
3)
Jesucristo puede perdonar pecados: “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre
tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (verso 24)
4)
Jesucristo puede sanar: “Al instante, levantándose en presencia de
ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa,
glorificando a Dios” (verso 25)
5)
Jesucristo nos hace caminar
correctamente: “¿Qué es más fácil, decir:
Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?” (verso 23)
6)
Jesucristo convierte las vidas: “se fue a su casa, glorificando a Dios” (verso 25)
7)
Jesucristo hace maravillas: “decían: Hoy hemos visto maravillas” (verso 26)
Cuando Jesucristo llamó al
Apóstol le expresó el plan que tenía para él, como también cuál es Su propósito
para con todos los que escuchemos Su Evangelio: “15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy
Jesús, a quien tú persigues. / 16 Pero levántate, y ponte sobre tus pies;
porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las
cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, / 17 librándote de
tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, / 18 para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y
herencia entre los santificados.” (Hechos
26:15-18)
El propósito de Jesucristo es que
los evangelizados reciban:
a)
Por la fe en Él
b)
Perdón de pecados
c)
Herencia entre los santificados
El perdón es crucial en el
mensaje del Evangelio.
¿Cómo recibimos el perdón de Dios?
1. Confesando nuestros pecados.
“Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad.” (1 Juan 1:9)
Es imprescindible para acercarnos
a un Dios pleno en santidad, limpiarnos de todo pecado y para tal cosa hay que
reconocerse pecador. Confesarnos pecadores, reconocer que hay en nosotros
pensamientos, sentimientos y acciones reñidas con la voluntad de Dios, es el
primer paso para alcanzar el perdón, que no es otra cosa que la limpieza de la
conciencia.
Dios es fiel, Él no nos
abandonará a menos que nada queramos con Él. La fidelidad de Dios, creador del
ser humano, está basada en Su gran amor. Jamás dejará de amar Dios a Sus
criaturas. Por eso también actuará con justicia y si acudimos a Su Gracia
Divina, aplicará Su justicia, la cual está en Cristo.
Si confesamos nuestros pecados,
el Señor nos limpiará y ayudará con Su Espíritu Santo a no seguir
cometiéndolos.
Recibimos el perdón de Dios confesando nuestros pecados.
2. Creyendo en Jesús.
“Os escribo a vosotros,
hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre.” (1 Juan 2:12)
Con gran amor de pastor, el apóstol Juan, amado del Señor, nos recuerda
que nos han sido perdonados todos los pecados en el nombre de Jesús. Al
adquirir la ciudadanía del Reino de Dios, que es un reino de amor, podemos
disfrutar de completo perdón. Esto significa que Dios olvida cada falta
cometida, sólo ve a Cristo en el corazón del creyente, ve a Su Hijo Amado y eso
le llena de gozo. ¿Acaso no fuimos trasladados del reino de tinieblas al Reino
de Su amado Hijo? (Colosenses 1:13)
Los profetas del Antiguo Testamento anunciaron de muchas maneras al
Mesías, las circunstancias de su venida, Sus hechos y obra en los que creerían
en Él; como serían perdonados de sus pecados en Su nombre: “De éste dan
testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.”
(Hechos 10:43) Así Isaías profetizó:
“12 Por tanto, yo le daré parte con los
grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta
la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de
muchos, y orado por los transgresores.” (Isaías 53:12)
El Padre exaltó a Jesucristo como Señor y Salvador de la Humanidad. Un
nuevo pueblo se uniría al Israel escogido por Dios, los gentiles arrepentidos y
convertidos a Jesús: “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por
Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.” (Hechos 5:31).
La
“justificación” es el acto por el cual Dios perdona los pecados de los
creyentes, declarándolos justos al imputar la obediencia y justicia de Cristo a
ellos, por medio de la fe: “9 A unos que
confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también
esta parábola: / 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y
el otro publicano. / 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta
manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones,
injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; / 12 ayuno dos veces a la
semana, doy diezmos de todo lo que gano. / 13 Mas el publicano, estando lejos,
no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. / 14 Os digo que éste descendió a su
casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será
humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (San
Lucas 18:9-14)
Recibimos el perdón de Dios creyendo en Jesús como Salvador.
3. Arrepintiéndonos de nuestro
pecado.
“Arrepiéntete, pues, de
esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu
corazón” (Hechos 8:22)
Arrepentimiento no es sólo dolor
por haber ofendido la santidad de Dios, sino también: a) Un cambio de actitud
rebelde a la de obediencia; b) Sumisión a Cristo, expresada en sujeción a Su
Cuerpo, la Iglesia; c) Un traslado del reino de tinieblas al Reino de Dios; y
d) Comenzar a vivir una vida Cristocéntrica, dejando el egocentrismo. En otras
palabras, arrepentimiento es una actitud del corazón, una voluntad de cambiar
ante el Señor.
El bautismo es una acción que se
desprende de este cambio interno, sacramento enseñado por Jesús y los apóstoles
como señal de conversión: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo.” (Hechos
2:38) Por el bautismo no son perdonados nuestros pecados, pero sí por
nuestra actitud de arrepentimiento y fe.
Recibimos el perdón de Dios arrepintiéndonos del pecado.
4. Perdonando al prójimo.
“Así también mi Padre celestial hará
con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus
ofensas.” (San Mateo 18:35)
El perdón es una exigencia del Padre. Hay un aspecto que muchas veces se
olvida en lo que se refiere al perdón concedido por Dios. Lo enfocamos nada más
que como una relación de dos; el cristiano y Dios. Sin embargo Él está
pendiente de la relación que tenemos con el prójimo, sean familia, amigos,
compañeros de labor, vecinos, enemigos, oponentes, etc. Sobre estas relaciones
Dios nos pide que gobierne el perdón. ¿Cómo pretenderemos Su perdón si no hemos
perdonados a otras criaturas amadas por Él? Si no perdonamos las ofensas del
prójimo, de los “semejantes” o de los hermanos, al Padre no le complacerá
perdonarnos.
Muchas veces queremos el perdón de Dios y no hemos perdonado a alguien
por algo que tal vez no es tan grave, comparado con los pecados que llevamos a
cuestas.
Es necesario aprender a perdonar para ser perdonados: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para
que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas. / Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en
los cielos os perdonará vuestras ofensas.” (San Marcos 11:25,26). Jesús nos dejó lección de ello cuando oró así
al Padre: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando
suertes.” (San Lucas 23:34)
Recibimos el perdón de Dios perdonando al prójimo que nos ha dañado
y también pidiéndole perdón si les hemos ofendido.
CONCLUSIÓN.
No hay experiencia espiritual más
grande que recibir el perdón de la máxima autoridad del universo: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades
son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.” (Romanos 4:7). Recibimos el perdón de Dios: 1) Confesando nuestros
pecados; 2) Creyendo en Jesús; 3) Arrepintiéndonos de nuestro pecado; y 4) Perdonando al prójimo.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Qué tesis clavaría usted en las puertas de la
Iglesia de hoy?
2)
¿Qué repercusiones tiene la doctrina
cristiana hoy día en la sociedad secular?
3)
¿Puede un cristiano vivir con culpas?
4)
¿Qué papel cumple la Ley en la vida
cristiana?
5)
¿Por qué a Dios le interesa que
perdonemos al prójimo?
6)
¿Debe un discípulo pedir perdón al
prójimo?
7)
¿Cuál fue la misión de Juan el Bautista?
8)
¿Qué obras aseguran nuestro perdón
eterno?
9)
¿Cómo se borra ante Dios la mancha del
pecado?
10) ¿Cuáles fueron los cuatro principios de la
Reforma?
11) ¿Qué
rol juega el perdón en el mensaje del Evangelio?
12) ¿Hace
usted periódicamente un examen de conciencia para pedir perdón a Dios?
13)
¿Qué
debemos a Jesús en el perdón que el Padre nos ha dado a los creyentes?
14) ¿Cómo
entiende usted el arrepentimiento?
15)
¿Cuándo
no debemos perdonar a nuestro prójimo?
16)
¿Cuándo
es necesario pedir perdón a los que hemos ofendido?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
- Reina, Casiodoro de (1960). “La
Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
- MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc.
- (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
- (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
- “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
- “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
- “Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
- Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
- (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
- https://www.jabiblia.org/article/la-doctrina-biblica-de-la-justificacion-por-la-fe/
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