sábado, marzo 10, 2007

DIOS EN EL TIEMPO Y EL ESPACIO


Lectura bíblica: Hechos 17:26

Propósitos de la charla: Comprender la relación de Dios con el tiempo y el espacio, y valorar su omnipresencia, eternidad e inmensidad.

Los seres humanos vivimos en una realidad que básicamente tiene dos dimensiones: el espacio y el tiempo. Podríamos agregar el pensamiento como la tercera dimensión y el mundo invisible o sobrenatural con el cual nos relacionamos mediante la oración, la cuarta dimensión, en la cual Dios habita. Él nos ha situado en esta realidad témporo-espacial, pero ¿está limitado Él por ella? Hay tres términos que se utilizan para referirse a las relaciones de Dios en referencia al tiempo y el espacio. Dios no es limitado por el tiempo, pues éste es creación suya, pero sí puede introducirse y actuar dentro de él. Tampoco está constreñido por las barreras del espacio. Los términos que subrayan esa relación de Dios con lo témporo-espacial son: omnipresencia, eternidad e inmensidad.

OMNIPRESENCIA DE DIOS
Dios está presente en todas partes y a toda hora; no hay lugar del universo ni época de la historia en que Él no se encuentre. Vemos así que en aquel tiempo en que la Biblia describe "Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo...", en un tiempo tan remoto cuando aún la vida no surgía sobre el planeta, "el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas." (Génesis 1:2)

Dios está en cualquier lugar de la creación, Su creación, por más raro o alejado de Su santidad y perfección nos parezca; no hay punto del universo donde Dios no esté. Esto lo expresa el libro de la Revelación a San Juan, el Teólogo: "Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra." (Apocalipsis 5:6) El siete es número de perfección; cuando la Escritura dice que Cristo, el Señor, tiene siete ojos, está expresando Su capacidad de estar y ver lo que sucede en todo lugar del cosmos. Son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra y no que Dios tenga varios Espíritus, sino que quiere significar la capacidad omnipresente de Él.

Por sobre todo Él es pensamiento. Dios traspasa con Su conocimiento todas las cosas porque todas las ha creado y las piensa, pero esa es Su capacidad y no la nuestra. La Presencia de Dios está en todo lugar, mas no debe pensarse en esa Presencia como la de un objeto que se extiende en el espacio; Dios no es una substancia que se extiende infinitamente Cuando Adán y Eva pecaron, se escondieron de la Presencia de Dios por culpabilidad y miedo a la reprensión: "Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto." (Génesis 3:8) Dios estaba allí en el huerto como estaba en los cielos con millones de ángeles, o en cualquier momento de la historia humana y ahora con usted, todo simultáneamente.

Dios creó al ser humano y todas las criaturas animales y vegetales que existen en nuestro planeta, pero antes determinó el espacio y el tiempo en que todos actuaríamos y nos relacionaríamos; como dice la Palabra "les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación" (Hechos 17:26) Estableció un orden espacial –altura, anchura, profundidad- y un orden temporal –pasado, presente, futuro- del cual no podemos escapar. Esto es algo que Él hizo de un modo soberano y es bueno para nosotros ¿Se imagina usted habitando en un mundo en que no existiera ese orden? El orden espacio temporal se originan en Su mente y voluntad, por eso Él puede trascenderlo. La Trinidad pensó crear al ser humano y le dio un lugar de preeminencia sobre el resto de las criaturas del planeta: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra." (Génesis 1:26)

¡Qué bueno que el Señor nos dio un tiempo con pasado, presente y futuro! Si no tuviéramos pasado no podríamos recordar, no nos daríamos cuenta del progreso alcanzado ni tendríamos identidad. Si careciéramos de presente sería como no existir. Si no tuviéramos conciencia del futuro no tendríamos sueños, utopías, esperanza, no habría Tierra Prometida ni cielo para nadie. Él no quiso ponernos en la eternidad sin tiempo, sino que prefirió, tal vez por nuestra desobediencia y espíritu rebelde, situarnos en una realidad limitada temporal y espacialmente. Dio un orden a Su universo y dicho orden no puede existir sin Dios; Él lo sostiene y Su presencia da vida al universo.

En el texto siguiente se puede observar como Dios se relaciona con el Hombre considerando su dimensión temporal: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, / en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; / el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Hebreos 1:1-3)

El Creador actuó desde Su atemporalidad eterna ordenando la aparición del cosmos por medio de Su Poderoso Logos. Todo lo que vemos fue creado por el Invisible, lo visible surgió de Su Pensamiento y Verbo. Por medio de Cristo lo hizo todo: "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía." (Hebreos 11:3)

Dios no está en todo lugar con el mismo propósito o sentido Esto se comprende muy bien cuando leemos la historia de Lázaro y el hombre rico (San Lucas 16:19-31): "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. / Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, / y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas." Dios estaba presente en la fastuosa vida del rico, tal vez hablando a su cauterizada conciencia; y también estaba con el mendigo, en su miseria y sufrimiento. "Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. / Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. / Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. / Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado." Dios está tanto en el cielo como en el infierno, pero de maneras muy diferentes. En uno para premio y gozo, en otro para hacer justicia y castigar el mal. "Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. / Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, / porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. / Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. / El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. / Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos." Dios está en todo lugar, es un principio doctrinal. Él está en una piedra, en la más lejana estrella, en un hombre o en un animal, pero es muy distinto como actúa en un ser humano a como lo hace en una cosa o animal irracional y sin conciencia.

Dios no está presente en un árbol y en la razón de una persona con un mismo sentido; en un árbol estará como Su Creador que le da vida y un orden, en la razón de una persona entregándole Su lógica y llamándole a la Verdad. Dios no está presente en la vida sensual, desordenada y viciosa de un bohemio, en el mismo sentido que lo está en la vida santa de un hombre o mujer dedicados al ejercicio de la oración y el servicio a Dios y el prójimo; en uno estará para mover su conciencia a un cambio de actitud, en el otro para fortalecer y desarrollar su vida cristiana. No está presente en el cielo con el mismo sentido que lo está en el infierno, como no está en el mundo como lo está en la Iglesia

En relación a los cristianos, Su Presencia también es omnipresente. Él ha puesto a Jesucristo como cabeza gobernante de Su Iglesia y está en toda ella. Nada hay que los cristianos podamos hacer ocultos de Su mirada. Cuando hace juicio a la iglesia de Tiatira (Apocalipsis 2:18-29) Él se retrata como "el que tiene ojos como llama de fuego" pues están iluminados para ver hasta en la oscuridad y para quemar toda basura o pecado. Es una mirada quemante y luminosa. Destaca Su Palabra: "Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. / Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos." El Señor conoce todas nuestras obras porque Él está presente en todo lugar, no sólo en el templo durante nuestro corto tiempo de reunión.

ETERNIDAD DE DIOS
Dios trasciende todas las limitaciones del tiempo. Para Él no es problema conocer los acontecimientos de cualquier época, sea ésta el pasado o el futuro, ya que Él es eterno. Él habita en la eternidad, abarcando todo el tiempo. Por eso puede mostrarle a San Juan el Teólogo todos los hechos que sucederán al final de los tiempos. "Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas" (Apocalipsis 4:1) ¿Para qué da a conocer el Señor esos hechos? Para advertir al ser humano las consecuencias de sus malos actos, para dar esperanza a los que viven de un modo correcto y para demostrarnos que Él tiene todo bajo Su control y sabe como será el desenlace del planeta y de la raza humana.

Pese a que podemos decir que Dios es atemporal, que vive en la eternidad y que trasciende al tiempo humano, aseguramos que El tiempo es real para Dios. Él lo conoce y reconoce "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, /en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo" (Hebreos 1:1,2) Por ser Él el creador del tiempo, Él mismo lo respeta y actúa en Sus relaciones con el ser humano, a través de esta dimensión. La Biblia dice que, después de haber revelado Su voluntad a través de los profetas del Antiguo Testamento, en los llamados "últimos tiempos" habló a través de Su Hijo Jesucristo. El tiempo no es algo imaginario o irreal, sino que una dimensión real creada por Dios; el hombre no está atrapado dentro de una ilusión, como podrían plantearlo algunos filósofos y poetas, sino que vive dentro de los límites que el creador puso a su habitación. Es necesario que sea así.

"Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, / diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." (San Marcos 1:14,15) En este relato del Evangelio se utilizan palabras que denotan tiempo: después, vino, el tiempo se ha cumplido, el reino de Dios se ha acercado. Los acontecimientos divinos suceden en un tiempo específico. Después que Juan el Bautista fue metido en la cárcel, allí vino Jesús a Galilea, no antes. Así tenía que suceder, primero el Bautista cumplir su predicación, identificar y presentar al Cordero de Dios, luego de su martirio el Maestro comenzaría su ministerio. El mismo Jesús en su predicación habla de este elemento: "el tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." Cumplido el tiempo de anunciar y escuchar el mensaje, viene el momento presente de arrepentirse y creer, en tiempo presente.

Del reconocimiento de que Dios ha creado el tiempo y lo reconoce y respeta en Sus relaciones con la Humanidad, se desprende que el orden histórico es real para Él. La historia del ser humano, su creación, su desobediencia y caída, la búsqueda de la salvación, la manifestación de Dios a algunos patriarcas y hombres de bien de la antigüedad, la entrega de la Ley de Dios a Moisés, la actuación de los profetas, héroes y reyes, la venida del Hijo de Dios, el establecimiento de la Iglesia, su persecución, y todo el posterior desarrollo histórico es un orden temporal que Dios ha permitido para nuestro crecimiento. La historia de la salvación es algo muy respetable, no es una serie de hechos inconexos y caóticos, sino que responden al pensamiento ordenado de Dios con respecto a sus criaturas, específicamente al ser humano.

En oportunidades escuchamos en la televisión y el cine aquella frase de que "el tiempo no existe" pero esto no es verdad. El tiempo sí existe, es un orden real creado por Dios. Que Dios lo trascienda es debido a Su "eternidad", pero ello no niega la existencia del tiempo. Por el hecho que nadie puede estar en dos o tres lugares a la vez, no podemos decir que la ubicuidad no existe, o porque Dios puede estar en todo lugar a la vez por Su omnipresencia, no podemos asegurar que el espacio no existe. Pasado, presente y futuro pertenecen a la esencia del orden universal e histórico. Su voluntad es que exista ese orden. Dios conoce y reconoce este orden temporal, pero no está limitado por él.

En el Evangelio encontramos un relato lleno de misterio en la vida de Jesús y su relación con los discípulos, en especial Pedro, Santiago y Juan. Es la transfiguración de la apariencia del Maestro ante sus apóstoles, al parecer en el monte Tabor. Moisés vivió en el siglo XIII a. de C. y el profeta Elías en el siglo IX a. de C. Son personajes de muchos siglos anteriores a Jesús y los apóstoles, con quienes Jesús sostiene una conversación trascendental sobre la misión que ha de cumplir en la tierra. Moisés y Elías representan la Ley y los Profetas, los libros del Antiguo Testamento, la revelación de Dios a la Humanidad. La aparición y conversación de Jesús con ambos es la coherencia que hay entre la tarea del Cristo y la Escritura. Pero literalmente implica que Moisés y Elías están vivos en la eternidad. Jesús viene de esa eternidad y puede penetrar en ella a su antojo. Este es uno de los acontecimientos maravillosos que nos muestran la eternidad de Cristo. "Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. / Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. / Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; / quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. / Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. / Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. / Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. / Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. / Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto." (San Lucas 9:28-36)

Para Dios el futuro es futuro, pero conocido. Lo que para el hombre es intuición, para Dios es conocimiento completo del futuro. En términos teológicos, anunciar o dar a conocer lo que sucederá en un tiempo futuro, a corto, mediano o largo plazo, se llama profecía. El don de profecía y el ministerio profético son unos de los dones más importantes dados por Dios a la Iglesia. En la antigüedad el Señor levantó muchos profetas; se habla de más de 40 profetas orales, 4 profetas mayores y 12 profetas menores. En el Nuevo Testamento Jesús entrega una revelación a San Juan: "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, / que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. / Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apocalipsis 1:1-3)

La profecía no necesariamente es el relato de algo anticipado. Es también una declaración y una ilustración de los principios del gobierno divino, sean en el pasado, en el presente o en el futuro. Los profetas son mensajeros especialmente llamados e inspirados por Dios. "Ningún profeta habló por su propia cuenta. Al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21) En la profecía se superan las limitaciones temporales y el profeta ve, escucha o entiende la voluntad de Dios para Su pueblo. No es creación humana sino revelación de Dios. Él es el único que puede conocer el futuro y explicar el pasado lejano, porque Él es eterno. Entrar en la profecía es entrar en la dimensión de la eternidad.

INMENSIDAD DE DIOS
En una oportunidad, el obispo Agustín de Hipona (354-430), inmerso en sus pensamientos buscando infructuosamente la explicación del misterio de la Trinidad, vagaba por la orilla de la playa y vio a un niño con su balde llevando repetidas veces agua del mar para un huequito que había en la arena. San Agustín le preguntó al niño el porqué de esos viajes y el niño le contestó que lo hacía para meter el mar en ese huequito; el obispo asombrado le dijo: Niño, no te das cuenta que es imposible meter el mar que es tan inmenso en ese huequito. El niño que era nada más y nada menos que un mensajero de Dios, le dijo: ¿y por qué tu quieres meter la inmensidad de Dios dentro de tu cabeza?

No existe una sola palabra humana que pueda caracterizar o describir completamente a Dios, ya que ninguna puede encerrar toda su inmensidad, pues él es EL QUE ES. San Pablo enseña que el misterio de la piedad es muy grande. ¡Cuánto más lo será la doctrina de Dios! (1 Timoteo 3:16)
No debemos confundir el espacio con la inmensidad de Dios, pues el espacio, cualquiera que sea su naturaleza íntima y la realidad objetiva que le corresponda, envuelve en su concepto dimensiones o cantidad mensurable. Dios tiene la propiedad de inmenso, en razón a que contiene la facultad o virtud de llenar con su Presencia todas las cosas desde el momento que existan. El espacio y la inmensidad son cosas, no solamente distintas, sino separables e independientes.

Dios aparece al Hombre.
"Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. / Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. / Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron. / Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo. / Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron. / Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado." (San Marcos 16:9-14).

Como dice San Pablo a los filósofos del Areópago de Atenas, Dios hizo al linaje humano de una sola sangre. Todos provenimos de la pareja única de Adán y Eva, de tal modo que podemos identificarnos unos con otros como humanos de la misma especie. Gracias a que pertenecemos al mismo linaje somos capaces de sentir como el otro. Desde ese punto de vista advertimos que todos los seres humanos pertenecemos a una sola gran familia: la familia humana o Humanidad.
Los límites de nuestra habitación.

Luego agrega el Apóstol, que Dios puso esta Humanidad sobre la faz del planeta, para que lo habitara todo. La Tierra es nuestra casa, el "oikoumene" que significa "el orbe habitado" o "la tierra habitada", de donde proviene la palabra utilizada para indicar la unidad o unión de la Iglesia, "ecumenismo". Tenemos una sola cosa donde habitar y necesitamos aprender a convivir en ella con respeto, tolerancia y misericordia.

El cuadro de nuestra condición en esta tierra se completa cuando asegura que Él a los hombres "ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación" (Hechos 17:26). Estamos insertos en un tiempo que transcurre como pasado, presente y futuro. El tiempo es algo real creado por Dios y que nos limita a cada uno a determinada cantidad de años de vida y a tener la experiencia de una época específica en la Historia humana. Nadie puede escoger la época en que habrá de vivir, ni renegar de ello. Para el ser humano el tiempo avanza en una sola dirección y debe aceptarlo con humildad. Igual cosa pasa con el lugar o espacio en que Dios le planta. El tiempo y el espacio son "los límites de su habitación".

Dios trasciende las limitaciones del Hombre.
El orden espacial impone limitaciones al hombre, sin embargo Dios las trasciende. Él está por sobre el tiempo, aunque lo respeta, pues Él mismo lo creó para que en él transcurriera la vida humana, para que en él se desarrollara la Historia de la Salvación. Asimismo estableció para el ser humano límites espaciales, como que no puede estar en más de un lugar a la vez ni puede desplazarse a la velocidad del pensamiento. La tecnología actual puede acercarnos un poco a ello pero jamás igualará a Dios en su ubicuidad o capacidad de estar presente en varias partes al mismo tiempo. Aún si alguien lo consiguiese, jamás alcanzaría la omnipresencia de Dios.

Para entender ésto, la Palabra de Dios nos narra tres apariciones del Maestro ya resucitado. La primera ocurre a María Magdalena en la mañana del domingo. Dice que "apareció" a la discípula proveniente de Magdala quien se había convertido de muchos pecados. Ella lo comunicó a los once pero éstos no le creyeron. Después sucedió a dos en el camino de Emaús que también se les "apareció", mas lo hizo con una apariencia diferente. Se lo contaron a los otros discípulos mas no les creyeron. El tercer caso es más impactante: estando los apóstoles sentados a la mesa, Jesús "apareció" repentinamente. El Maestro les reprochó su incredulidad y falta de sensibilidad espiritual. Nótese que en las tres ocasiones la Biblia utiliza la palabra "apareció"

"Aparecer" significa ponerse a la vista una cosa que estaba oculta, como el sol aparece al amanecer. Otra acepción de "aparecer" es mostrarse a la vista una persona o una cosa, especialmente una aparición o algo sobrenatural. Este es el caso de Jesucristo después de muerto. Él se apareció a sus discípulos, pero no lo hizo como un fantasma o espíritu incorpóreo sino como un Ser glorificado, sutil pero con capacidad de hablar, caminar, comer, etc. Era el Cristo retomando Su posición eterna de Dios, capaz de dominar y trascender a todas las limitaciones espaciales que tenemos los humanos.

¿No es maravilloso descubrir que nuestro Dios trasciende a nuestro espacio y tiempo? ¿No es hermoso descubrir con cuanto amor Él preparó un planeta y un tiempo para que nosotros experimentáramos y conociéramos la vida? ¡Qué extraordinario es que este Dios inmenso se introdujera en la Historia humana haciéndose Hombre en Jesús de Nazaret, con el único propósito de salvarnos! Alabemos a este Creador del Universo y sirvámosle con reverencia.

Dios no está limitado por el espacio
¡Qué maravilloso instrumento de comunicación es la Internet! Damos gracias a Dios por haber dado algo de Su inteligencia al hombre y haber permitido este invento. El hombre puede trascender el espacio con su mente y con los inventos creados por él, pero sólo parcialmente. Dios lo hace en plenitud. Con vehículos superveloces podemos devorar distancias, mas Dios lo hace a la velocidad de Su pensamiento. Dios estuvo con Cornelio en la intimidad de su oración sincera, pero también estuvo en el éxtasis de Pedro (Hechos 10:1-20)

"Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. / Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea." (Hechos 8:39,40) Luego de evangelizar al eunuco, Felipe fue transportado o arrebatado por Dios a otra ciudad, para continuar realizando su obra. Dios, que no está limitado por el espacio, hizo disfrutar a Felipe esa experiencia imposible para el hombre. Podríamos decir que una mente bien entrenada lo debería lograr, pero jamás podría estar en todo lugar como Dios. Se dice que algunos santos cristianos han conocido el don de la ubicuidad, estar en dos partes a la vez, mas nadie podría tener la inmensidad de Dios.

El Señor estaba con Saulo al momento de su conversión en el camino a Damasco y también con Ananías cuando oraba, de modo que pudo coordinar su encuentro. Nosotros necesitamos teléfono, correo, internet; en cambio Dios no requiere nada de ello pues está en todas partes (Hechos 9:4-12)

¡Cuántas limitaciones tenemos los seres humanos! Demos gracias a Dios por ello, ya que Él puso los límites a nuestra habitación, límites de tiempo y espacio (Hechos 17:26) Si con ello el hombre fue capaz de rebelarse contra Dios ¿Se imagina usted qué haríamos sin las limitaciones impuestas por el Señor? Cada persona tiene talentos y dones dados por Dios; no los tiene todos porque somos humanos y no dioses. Así lo ha querido el Señor para que no nos envanezcamos y necesitemos unos de otros. No nos quejemos de nuestras limitaciones sino demos gracias al Padre por sus dones. Veamos el precioso líquido que hay en la copa y no lo que falta. Para que, "aunque ande en valle de sombra de muerte...", pueda decir como el salmista: "mi copa está rebosando" (Salmo 23:4,5).


BIBLIOGRAFÍA.
Walter Thomas Conner, "Doctrina Cristiana"; Casa Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
David Yonggi Cho, "La Espiritualidad de la Cuarta Dimensión", Editorial Peniel.
http://www.diccionarios.com/consultas.php
http://www.filosofia.org/zgo/zgfe2503.htm#fe250307
http://www.abideinchrist.org/es/introprophetses.html