miércoles, julio 12, 2006

APRENDER A JESÚS





Lectura bíblica: San Mateo 11:29

Propósitos de la charla: Que el discípulo conozca que dice la Biblia acerca de la capacidad de aprender y busque el aprendizaje espiritual aprendiendo a Cristo.



A través de estas charlas hemos visto que Dios ha dado al hombre diversas capacidades: creer, sentir, pensar, hablar, actuar o hacer, juzgar. ahora analizaremos otro aspecto muy importante y que nos diferencia del resto de los seres que viven en la tierra, la capacidad de aprender.

EL APRENDIZAJE ES INHERENTE A LA VIDA
Todos los seres vivos aprenden, desde la ameba hasta el orangután; desde la más humilde de los helechos hasta el ser humano. El hombre y la mujer pueden aprender. Se aprenden ideas, conceptos, normas, sentimientos, movimientos, actitudes, modales, valores, técnicas, oficios y profesiones. Aprender es incorporar a mi persona esquemas nuevos de comportamiento mental, afectivo, motriz y social. Aprender significa que aquella conducta no la tenía antes. Por lo tanto aprender es mejorar, desarrollarse, crecer.

Dios no aprende porque es perfecto y Omnisapiente, lo sabe todo. Jesús tuvo que aprender, en tanto fue hombre, pero como Dios su aprendizaje lo hizo de un modo perfecto. Nos preguntamos ¿tendrán que aprender los ángeles? Aprenderán que no es conveniente abusar del amor de Dios y desobedecerle, como lo hizo Satán que escogió la rebelión. Si los ángeles no tuviesen libre albedrío, Lucifer no se habría rebelado contra el Señor.

Lo más importante que el hombre necesita aprender es a respetar a su Creador; que la felicidad sólo se encuentra en Cristo; que la vida no termina con la muerte; que en esta vida tenemos una oportunidad de reconciliarnos con Dios en Cristo; que Jesús ha muerto por nosotros y que es su deseo que hagamos nuestro ese sacrificio. Si aprendemos estas verdades fundamentales seremos felices

Necesitamos aprender a vivir, aprender la enfermedad, a tener un hijo, a perder seres amados, aprender la amistad, a tener enemigos, la persecución, aprender una profesión, aprender la pobreza y la riqueza, y por último aprender a morir. Estamos en este mundo para aprender a relacionarnos con Dios. Fuimos enviados para aprender. Por las buenas o por las malas el Señor nos brindará ese aprendizaje. En el caso de los cristianos, estamos aprendiendo a ser ciudadanos de un Reino, siervos obedientes de un Rey. Nuestro mayor desafío es aprender a vivir hoy bajo y en el Reino de Dios; para vivir un día, si somos fieles, en el Reino Milenial de Cristo; o bien en el Reino de los Cielos, por una eternidad.

EL APRENDIZAJE ESPIRITUAL
¿Qué nos enseña la Biblia acerca de esta importante capacidad? A continuación veremos tres aspectos del aprendizaje mostrados en la figura de Jesucristo. Estos aspectos están referidos al aprendizaje espiritual, el aprender a ser buenos cristianos, verdaderos discípulos del Cristo. El primero es como Jesús nos dio su ejemplo; el segundo es la actitud correcta para ese aprendizaje, y el tercero es la naturaleza sobrenatural de ese aprendizaje de Jesús.

Jesús nos dio ejemplo de aprendizaje.
“Por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8)
Dios se hizo hombre y como tal se sometió a todas las condiciones de la naturaleza humana, entre las cuales está la de aprender de otros. Se sometió a sus padres humanos, “estaba sujeto a ellos” (San Lucas 2:50) y los respetó como autoridad; se sujetó a los maestros o rabí de su pueblo, quienes le enseñaron las Escrituras y también a las autoridades eclesiásticas y civiles. En todo demostró en Si mismo lo que hoy nosotros debemos hacer, obedecer. Como hombre debía someter su carne aunque como Dios no necesitaba aprender pues era dueño de todo el conocimiento, pero para ser perfecto Maestro tenía que primero ser el perfecto Discípulo. Desde su infancia se somete y nos deja una gran lección a los 12 años, mostrándonos la prioridad del discípulo: “en los negocios de mi Padre me es necesario estar” (San Lucas 2:49). La lección culmina con una de sus últimas oraciones: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (San Lucas 22:42)

Jesús nos enseña con su actitud a ser como Él.
“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (San Mateo 11:29)
De su actitud humilde y obediencia absoluta al Padre, obtiene Su aprobación, lo cual queda demostrado por Su resurrección. Así mismo obtendremos nosotros el galardón si aprendemos a ser mansos y humildes como Él. La mansedumbre es una actitud muy preciada por Dios y necesaria para el aprendizaje. El alumno que no se somete al que lo enseña, poco va a adelantar en su aprendizaje; la persona que no se somete a los embates de la vida, que no agacha su orgullo, que no es flexible a las presiones, poco aprenderá de ella; el discípulo que no se somete a Jesucristo no podrá ser modelado por Él. Dios nos llama en su Palabra “ovejas” porque espera de nosotros la mansedumbre de un cordero o una ovejuela; sin embargo solemos ser más parecidos a las cabras y cabritos, por nuestra rebeldía.

Jesús se puso como ejemplo de mansedumbre y humildad para todos sus seguidores. Siendo Dios se hizo hombre, siendo hombre se hizo siervo de todos; no fue altanero, soberbio ni orgulloso, teniendo razones para defenderse e imponer Su voluntad, sin embargo fue sumiso, como un cordero fue llevado a la cruz, más obtuvo Su premio: rescató a la humanidad de las tinieblas, “vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:9,10), fue declarado Sumo Sacerdote, fue resucitado de entre los muertos y ahora vive como el Hijo del Hombre para siempre. Del mismo modo nosotros podemos conquistar la bienaventuranza en el reino venidero, si somos humildes: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (San Mateo 5:5).

Jesús se aprehende y aprende.
“Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo” (Efesios 4:20)
Uno de los textos sobre la relación que tenemos los cristianos con Jesucristo, que más me sorprende es éste. Hablando del aprendizaje del discípulo no se refiere a aprender doctrina o aprender las enseñanzas de Jesús o la Escritura, sino que habla de “aprender a Cristo”, de modo que se entiende que lo que aprendemos no es una letra, unas frases, unos textos memorizados, algo escrito en fría tinta, sino que estamos aprendiendo a una Persona. Es muy distinto aprender “de” alguien que aprender “a” alguien; si aprendo de alguien, pues esa persona me transmite algo que ella sabe, pero si aprendo a alguien, entonces yo estoy recibiendo a esa persona completa en mí mismo, dentro de mi. Esto se asemeja a esas palabras de Jesús, cuando Él se presenta como el Pan de vida: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (San Juan 6:54). Aprender a Cristo es como alimentarse de Él. A los primeros cristianos se les acusaba de seguir un culto antropófago porque hablaban de alimentarse de Jesucristo; mas nosotros nos alimentamos de Él como todo el cuerpo humano se alimenta de la sangre que bombea el corazón, somos uno con Cristo. Así es que podemos decir que aprehendemos, nos apropiamos, cogimos, asimos al Señor dentro de nosotros y aprendemos a ser Él.

LA BIBLIA NOS HABLA DE APRENDER
¿Qué necesitamos aprender los discípulos de Jesucristo? La Biblia nos presenta varias pistas al respecto, si seguimos el orden de aparición de la palabra “aprender”, a partir del Antiguo Testamento. Veamos qué lecciones encontramos en estos textos.

1) Aprender su palabra y temer a Dios.
“El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Júntame el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra: y las enseñarán a sus hijos” (Deuteronomio 4:10)
Dios desea reunir a Su pueblo y enseñarle Su sabiduría, para que todos aprendamos de Él a través de la boca de nuestros pastores. El temor de Dios, que es pleno respeto hacia Su Persona, aceptación y sumisión a Su gobierno, Su Señorío; este es el principio de todo conocimiento, el principio de la sabiduría. En tanto estemos en esta tierra deberemos temerle a Él y esa debe ser la principal enseñanza que transmitiremos a nuestros hijos biológicos y a nuestros hijos espirituales. Aprender las palabras de Dios, temerle y traspasarlas a las nuevas generaciones es la orden de este versículo.

2) Imitar los modelos puestos por Dios y no al mundo.
“Cuando hubieres entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás á hacer según las abominaciones de aquellas gentes.” (Deuteronomio 18:9)
No imitamos al mundo sino al Señor. Él nos ha puesto delante el mejor Modelo: Su Hijo Jesucristo, el Hijo del Hombre, un Arquetipo perfecto de Su Palabra, el Verbo de Dios. Luego están los grandes hombres y mujeres de Dios de quienes la Biblia nos habla, tales como Abraham, Moisés, David, Salomón, los profetas, los Doce apóstoles, San Pablo, San Juan, San Pedro, etc. ejemplos de fe, obediencia, amor, esperanza, a imitar. Después tenemos a los santos héroes de la fe cristiana, semilla sembrada en veinte siglos de cristianismo. Finalmente los ministros vivos de Dios hoy, nuestros pastores. Tenemos mucho que aprender de Su pueblo y Su Iglesia para perder nuestra mirada en las abominaciones de la sociedad actual.

3) Comprender su voluntad y practicarla.
“Tus manos me hicieron y me formaron: Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.” (Salmos 119:73)
Si Él nos formó con amor, como el alfarero que amasa el barro con cariño y creatividad, Él sabe quienes somos y qué necesitamos. Él puede limpiar nuestra arcilla, lo que somos, de cualquier piedrecilla e impureza, Él puede darnos la luz para comprender el camino que debemos recorrer, para conocernos mejor a nosotros mismos, para poner por obra sus dichos. Necesitamos entender qué nos conviene y aprender Sus mandamientos. Aprender no es sólo saber, memorizar y repetir, sino aplicar, practicar, obedecer. El verdadero aprendizaje se demuestra en acciones. Podemos decir que un discípulo ha aprendido la honestidad, por ejemplo, no cuando repite todos los versículos bíblicos que tratan sobre ella, sino cuando éste se comporta en forma honesta.

4) Estar dispuestos a ser amonestados, para aprender.
“Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al sabio, aprenderá ciencia.” (Proverbios 21:11)
Escarnecer es hacer una grosera e insultante expresión de desprecio hacia otra persona, de un modo persistente, con el objeto de afrentar y ofender. El sencillo, inocente e ingenuo es más sabio que el escarnecedor de su prójimo. Si se amonesta al escarnecedor, éste es orgulloso y no reconoce su culpa; en cambio el sabio se enriquece con la amonestación, aprende la ciencia de vivir, aprende de Dios. Esta es la correcta actitud que debemos guardar, estar dispuestos a ser amonestados, para aprender.

5) Estemos advertidos: los impíos no aprenderán justicia.
“Alcanzará piedad el impío, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová.” (Isaías 26:10)
Aunque Dios tenga misericordia de él, el impío no aprende justicia. Donde se le trata bien, donde gobierna la bondad y el amor, donde prima la rectitud, el impío sigue siendo un injusto, pecador, que no reconoce el gobierno de Dios, no mira ni ve la autoridad y el Señorío de Cristo. Es bueno pensar que el ser humano puede cambiar, pero la Palabra nos advierte que hay muchos impíos que jamás aprenderán justicia.

6) Tengamos esperanza: muchos aprenderán
“Y los errados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina.” (Isaías 29:4)
Pero hay otras almas que sí tienen esperanza, aquellos que están equivocados y que, por nuestras palabras y testimonios, se volverán de su confusión y descubrirán la Verdad. Aún aquellos que están mal acostumbrados al chisme, al pelambre, a la murmuración, podrán ser advertidos y alcanzados por la Palabra de Dios, aprender y cambiar. Una cosa es aprender inteligencia y otra aprender doctrina. La primera es adquirir una capacidad para ver la realidad espiritual, el don de inteligencia (Isaías 11:2); la segunda es comprender una enseñanza y a la luz de ella, arrepentirme, cambiar de actitud.

7) En la eternidad seguiremos aprendiendo
“Y cantaban como un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro animales, y de los ancianos: y ninguno podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron comprados de entre los de la tierra.” (Apocalipsis 14:3)
Habrá un cántico de adoración en los cielos que sólo podrán aprender los que se encuentren entre los escogidos por Dios. El número señalado es un múltiplo de doce. Este representa a los Doce apóstoles, progenitores espirituales de las doce tribus de la Iglesia, los cuales se han multiplicado en miles y miles de vidas renovadas por Cristo. Sólo los que le hemos reconocido podemos entonar el cántico nuevo de adoración al Señor, porque tenemos Su Espíritu Santo. Hay un aprendizaje que no depende de nuestra capacidad sino de Dios. Cuando estemos en la presencia de Dios, seguiremos siendo enseñados por Él, aprenderemos la mejor y suprema adoración.

MI TESTIMONIO DE APRENDIZAJE
Finalmente, deseo compartir con ustedes, queridos discípulos, el testimonio de mis aprendizajes. En estos 53 años de vida no han sido pocas las enseñanzas del Señor. He aprendido en estos años de vida, a lo menos siete cosas muy importantes:

1) Que existe Dios y que Él gobierna todas las cosas.
2) Que no hay que resistirlo sino someterse a Él.
3) Que la sujeción a los tutores y pastores trae bendición.
4) Que todos los dolores son permitidos por Dios para nuestro crecimiento espiritual, es decir para crecer en fe, en paz, en amor y en esperanza.
5) Que nuestra vida es débil, como un soplo, que nada es seguro en este mundo, fuera de Dios.
6) Que el Discipulado es el método dejado por Jesucristo para el desarrollo de vidas cristianas íntegras y profundas.
7) Que siempre habrá algo más que aprender

En el aspecto doctrinal también el Señor ha ido dejando durante estos años algunas enseñanzas que a muchos nos parecen importantes. Obviamente, como en todos los asuntos reflexivos y teológicos, habrá quienes piensen diferente y eso es lícito, pero a nosotros nos parece de suma gravedad para la Iglesia que todos los cristianos aprendamos lo siguiente:

1) Que la Iglesia es una sola.
2) A ser tolerantes con otras formas de pensamiento cristiano.
3) Que el Discipulado es el método dejado por Jesús para el crecimiento de Su Iglesia.
4) Que el Evangelio de Jesús es el Evangelio del Reino.

CONCLUSIÓN
El aprendizaje es inherente a la vida, es una capacidad que posee todo ser vivo y está más desarrollado en los humanos. Nos permite adaptarnos al entorno, ser más felices y conocer a Dios. Hay un aprendizaje espiritual, del cual Jesús es Maestro. Este aprendizaje espiritual tiene como finalidad la salvación y perfeccionamiento del alma. La Biblia está sembrada de enseñanzas sobre qué, cómo, dónde y cuándo aprender; sólo requiere de nuestra motivación para encontrar esos textos y ponerlos en práctica. Aprendamos a vivir a Jesús.


PARA REFLEXIONAR
1) Revise los siguientes textos y coméntelos con su tutor, desde el punto de vista del aprendizaje que proponen: Deuteronomio 31:13; 1 Timoteo 1:20; 1 Timoteo 5:4; Tito 3:14.
2) Lea y analice Isaías 1:16-17. Descubra las siete acciones que el Señor pide del discípulo.
3) ¿Qué aprendizaje encarga Jesús a los fariseos? Lea San Mateo 9:13.
4) La naturaleza puede ser una parábola de enseñanzas para el discípulo ¿Qué dice el Maestro que podemos aprender de la higuera en San Mateo 24:32? Descubra otras parábolas en la creación.
5) ¿Cuáles han sido sus principales aprendizajes a lo largo de su vida?